Tocando fondo
Independientemente de que el ministro Cristóbal Montoro, ilustre paisano, popular impopular donde los haya, diga que los brotes verdes están ya aquí, lo cierto es que necesitamos que haya buena cosecha. Por poco que sea, es fundamental y vertebrador para esta tierra, porque de una forma u otra se reparte el dinero, desde la venta del aceite a los jornales, incluido el subsiguiente subsidio de desempleo, tan importante en nuestra economía de baja tensión, que generan las peonadas.
Lo poco o mucho que haya pasa por la campaña de aceituna, por el trabajo que eso significa, y de ahí se ve que ningún año fue tan malo como este infausto 2013, ningún año con tan pocos recursos en los anales de la gente normal y corriente, que ha visto mermadas sus posibilidades, llámese fundamentalmente consumo pero, en general, con el nivel adquisitivo por los suelos, se podría decir que hemos tocado fondo. Y si no ha sido así, debería haberlo sido. Crisis como esta dejan tan exhausta a la población que, por ligera que sea la recuperación, pensaremos que nos ha tocado la lotería. Este habrá sido el año de la resignación, cuando la gente se ha dejado vencer por los recortes y la especulación de los facinerosos, por los bancos y la injusticia social, intentando mantener el tipo con la dignidad de quien se vende por poco. Es el símbolo de este sistema que ahoga cada día más y nos rebaja a meras piltrafas, fantasmagorías, puras reverberaciones en el fango de los miserables. En el último anillo del Infierno.
Escritor
Juan Carlos Abril