'To be or to be'

Recientemente ofrecía una charla a alumnos de la Universidad de Jaén, con el título 'El Mercado Laboral una historia no autorizada' y quizás resulte interesante reflexionar sobre una de las ideas que les expresaba. El mercado laboral trata de reducirnos y simplificarnos a la mínima expresión e identificar lo que somos con lo que hacemos.

    16 feb 2012 / 18:45 H.

     Efectivamente, mucha gente confunde lo que es con lo que hace en muchas de las facetas de esta vida en sociedad. Especialmente les pasa esto a los políticos y no solo a ellos, confunden lo que son con la función que realizan o desempeñan, ya sea en representación de los ciudadanos o por designación política. Suele ocurrir que aquellos que están aquejados por esta especie de síndrome, traten por todos los medios de perpetuarse en el verbo estar, porque no les gusta o sientan insatisfacción con lo que son, aunque esto les suponga una clara pérdida de libertad, identidad y valor personal. En estos momentos, el político pasa de ser un representante de los ciudadanos frente al poder, a ser el representante del poder frente a los ciudadanos y compañeros de partido. Es evidente que esto no es lo mismo. En lo laboral, cuando pierdes un trabajo dejas de estar y de ser a la vez y esto es un error que hay que solucionar antes de que ocurra. Por suerte en la Política la solución es fácil: hacer de la misma un tránsito efectivo y bien medido, limitar la permanencia en ella obligatoriamente de los mandatos y establecer incompatibilidades severas que hagan de la renovación algo más que un término de marketing político. Igualmente hay que preservar que el tránsito limitado por la vida política (observen que no utilizo el término de carrera política comúnmente utilizado), se produce a su fin con una adecuada reinserción en el mundo laboral, académico, etcétera, desde el que se originó. La idea es que el tránsito por la política, sea eso, un recorrido con un final y que se desarrolle con total garantía de honestidad y eficacia. Se trata de aumentar el valor del político y su libertad de elección ante un entorno en crisis y con pérdida constante de valores. Hay que cambiar, no pueden continuar “ensimismados”, pegados a las redes “clientelares” de los que realmente tienen el poder, haciendo del cargo político, su patrimonio. Tenemos que acabar con los “gorrones de nuestra sociedad” y de paso con la corrupción, porque ha existido, existe y existirá un gran número de políticos honestos que nunca confundieron el estar con el ser. Ésta es una cuestión ideológica, pero no de partido. Ésta es casi una cuestión de Estado y nos va la democracia en solucionarla. “That is the question”.
    Ángel Menéndez es economista