Tirón de orejas para “la casta”
La crisis económica tiene consecuencias que eran difíciles de prever antes de que explotara. Una de ellas es la convulsión del mapa político. Al fenómeno del 15-M, un fenómeno pacífico de protesta contra los abusos del poder y las desigualdades sociales, un movimiento diluido después de la contundente victoria electoral del PP en 2011, la contestación contra las injusticias del sistema cobra nuevos bríos.
Estos cambios llegan de la mano de Podemos, el partido de Pablo Iglesias, que, prácticamente desde la nada, se ha convertido en la fuerza política que más crece. Desconocido hasta hace poco, su irrupción es un cataclismo que amenaza con alterar todo el mapa político convencional y que ya prácticamente ha fagocitado a Izquierda Unida. Más allá de las críticas contra la ideología y el radicalismo de sus líderes, Podemos significa una bocanada de aire fresco para plasmar el descontento popular con “la casta”, como denomina Iglesias a ese estamento político acomodado, formado por personas que han hecho de la política una profesión de la que viven muy bien, mientras buena parte de la ciudadanía sufre estrecheces o penurias. Más allá de la evolución futura sobre este asunto, se trata de un aldabonazo para que el PSOE y el PP, principalmente se pongan las pilas.