19 oct 2015 / 17:26 H.
Jaén tierra de paso, de frontera, habitada por gentes de paso. Un año más por San Lucas, el recinto ferial es escenario de un colorido carnaval de senegaleses, malíes, congoleños, nigerianos, argelinos, marroquíes, musulmanes, cristianos, negros de dientes blancos, culturas milenarias reducidas a fardos de baratijas y abalorios, que cada año vuelven a transitar por esta tierra. Nos conocen bien, saben hacer lo que han venido a hacer. Localizan al líder del grupo, persisten e insisten hasta que le colocan el mantón o el sombrerito, el resto de ventas están hechas, al momento queda constituida la “cofradía del mantoncito”. No hay más. No son ellos los elegidos. No hay convivencia, no hay integración, no hay memoria del año anterior que nos conecte. En esta legendaria tierra tan previsible en sus usos y costumbres, seguimos esperando a los elegidos, a los dignos de entrar en nuestras fronteras para convivir en paz y armonía, esperamos a sirios o turcos. Para el resto, los que ya están aquí, los que volverán para la aceituna con el único equipaje que su vida a sus espaldas, simplemente no hay trabajo, no hay papeles, no hay esperanza.