Tiempo y constancia para reunir pequeños tesoros
Pepi Galera
Coleccionar es sinónimo de amar, y es imposible buscar motivaciones razonables para explicar estas manifestaciones”. Así define la casa Christies la afición al coleccionismo. Opinión que coincide con la de muchos amantes a reunir piezas que no siempre se encuentran fácilmente y que requieren tiempo, constancia y, además, dinero para conseguirlas. La importancia de esta afición es tal que, en España, un cuarto de la población, en algún momento, ha hecho alguna colección. No importa qué se coleccione o cuántas piezas se consigan, la satisfacción viene por el hecho de buscarlas y verlas juntas en casa.

Coleccionar es sinónimo de amar, y es imposible buscar motivaciones razonables para explicar estas manifestaciones”. Así define la casa Christies la afición al coleccionismo. Opinión que coincide con la de muchos amantes a reunir piezas que no siempre se encuentran fácilmente y que requieren tiempo, constancia y, además, dinero para conseguirlas. La importancia de esta afición es tal que, en España, un cuarto de la población, en algún momento, ha hecho alguna colección. No importa qué se coleccione o cuántas piezas se consigan, la satisfacción viene por el hecho de buscarlas y verlas juntas en casa.
Los investigadores y psicólogos llevan durante años intentando dar una explicación sobre por qué existe esta afición de acumular objetos y valorizarlos. Por el momento, aún no se han puesto de acuerdo. Eso sí, existen teorías que relacionan la vertiente psicológica del coleccionismo con conductas ligadas a naturalezas maníacas. Pero esto, sólo en los extremos. En general, se trata de una pasión incontrolable hasta tal punto de que hallada la pieza más deseada, se inicia nuevamente la búsqueda que no termina jamás, ya que un nuevo objeto ocupa el lugar del anterior en los deseos del coleccionista, y así sucesivamente. Para el aficionado, en muchos casos, el precio del objeto no interesará si es que tiene el dinero para adquirirlo, ya que lo medirá en términos de la satisfacción personal que le produzca.
Esta actividad, tan antigua como la vida del ser humano en sociedad, se adapta a las nuevas tecnologías al utilizar internet como vehículo de expansión. Cada vez son más los portales que se llenan de coleccionistas que buscan, venden o intercambian sus pequeños tesoros, de forma que entran en contacto con otros aficionados. El éxito de este tipo de páginas tiene al popular Ebay—nació como espacio para que los coleccionistas pudieran entrar en contacto— como paradigma. Pero el desarrollo por internet no queda ahí, cada vez hay más páginas especializadas en tipos concretos de coleccionismo; desde cromos hasta relojes. En este sentido, uno de los mayores coleccionistas de la provincia, el villanovense Pablo Muñoz, apunta que páginas como “todocolección” están apartando a “ebay” de su privilegiado puesto, ya que con el uso del gran público ya no es exclusivo para coleccionistas.
Otro aspecto de esta actividad es su relevancia económica. Se mueven miles de millones de euros cada año en torno al coleccionismo, desde las ferias especializadas y subastas, hasta la más mínima inversión en cromos. Aunque, eso sí es cierto, muchos aficionados se “buscan la vida” para no tener que desembolsar dinero cada vez que quieran aumentar o mejorar su colección. Por ejemplo, el linarense Julio Landín, coleccionista de minerales, utiliza mucho el intercambio para conseguir nuevas piezas, para ello tiene un gran fondo de minerales repetidos. “Comprar una nueva, como mínimo, cuesta unos 100 euros. Si quieres una más singular por su rareza, el presupuesto se dispara. Por ejemplo, ahora quiero un aguamarina, que puede costar entre 8.000 y 10.000 euros”, explica. Y cuando se trata de conseguir piezas únicas, el valor es incalculable.