Testigos directos de la tragedia
SILVIA RUIZ DÍAZ / MARTOS
Cinco testigos directos de lo que suponen los accidentes de tráfico contaron historias reales a unos cuatrocientos jóvenes con un objetivo sencillo: pedirles la máxima precaución cuando vayan en el coche o la moto para evitar la tragedia.

Cinco testigos directos de lo que suponen los accidentes de tráfico contaron historias reales a unos cuatrocientos jóvenes con un objetivo sencillo: pedirles la máxima precaución cuando vayan en el coche o la moto para evitar la tragedia.
Unos cuatrocientos alumnos de los institutos marteños y de la Escuela Taller asistieron a un acto impactante y difícil de olvidar. Escucharon testimonios desgarradores sobre los accidentes de tráfico en la representación “Road Show”, organizada por la Mesa Intersectoral para la Prevención de Accidentes de Tráfico en Jóvenes de Jaén, que coordina la Delegación de Salud. En el acto, al que asistieron la delegada del ramo, Josefa García; la diputada de Igualdad y Bienestar Social, Sofía Nieto, y la alcaldesa, Custodia Martos, hubo un mensaje: los siniestros se pueden evitar. En el Maestro Álvarez Alonso, los estudiantes comprendieron que una noche de fiesta puede acabar en tragedia.
Raquel LÓPEZ
POLICÍA LOCAL DE MARTOS
Era una noche lluviosa de invierno. Raquel López estaba de servicio. Escuchó el aviso del 112. Un conductor había encontrado a un niño de cinco años en una cuneta y había un coche volcado. El testigo no sabía qué había ocurrido con los ocupantes. Cuando llegó al lugar de los hechos, la policía se encontró con el pequeño, que no sabía qué le había ocurrido a sus padres. No llevaban cinturón de seguridad. “El padre había salido disparado y tenía la cabeza partida por la mitad. La mujer estaba embarazada, y el feto estaba también allí, sin vida. Al niño no había manera de consolarlo”, dijo. “Cómo le explicas que sus padres han muerto y que su hermano, que venía en camino, también”, apuntó. En el silencio del teatro, y ante unas palabras que sobrecogieron a los alumnos, animó a evitar los accidentes de tráfico.
MARTÍN RODRÍGUEZ
BOMBERO DE JAÉN
Era un domingo primaveral, temprano. A Martín Rodríguez le llegó el aviso de que un vehículo había colisionado con un árbol de grandes dimensiones y había una persona atrapada. Cuando llegó, comprobó que el coche estaba partido en dos y que, efectivamente, la persona estaba dentro. “El chaval estaba irreconocible. Todavía vivía y, con muchas fatigas, llegamos a sacarlo”, apuntó. “Sentí que me llamaban y no era ningún otro bombero. Escuchaba ‘Martín, soy tu compañero Anselmo’. Era mi amigo de colegio, y me decía que lo ayudara”, señaló, y agregó que Anselmo no llevaba cinturón, había estado “toda la noche bebiendo y de fiesta” y el coche llevaba un exceso de velocidad.
ANA ROJAS
ENFERMERA DEL 061
Verano de 2010. Accidente de moto y un chico inmóvil. Fue el aviso que recibió Ana Rojas y lo primero que pensó: “Por favor, que lleve el casco puesto”. Lo llevaba, pero no abrochado. “Estaba tirado en el suelo. Al lado había otro que no paraba de gritar: David, tío, muévete”, indicó. Había chocado contra una farola. Lo llevaron al hospital. “Al abrirle los ojos, no olvidaré el intenso color verde de sus ojos. Eran preciosos. Tenía diecisiete años”, agregó. Pasó a la UCI, pero murió. “David perdió en un segundo lo más preciado que tenía, su vida, y todo por no llevar el casco abrochado”, concluyó.
CRISTINA LÓPEZ
Médico rehabilitador
“No siempre hay muertes”, precisó Cristina López. Sin embargo, pueden quedar secuelas para siempre. Y la médico puso un ejemplo: cuando se daña la médula y el accidentado no vuelve a caminar. En la cara de la víctima se refleja el miedo y en la de la familia, también. “Nosotros intentamos que sean los más independientes posibles”, señaló.
FERNANDO CAÑADA
víctima de un accidente
Fernando Cañada tenía veintiséis años cuando sufrió un terrible accidente de tráfico, al quedarse dormido mientras conducía un camión. “Vi cómo se daba la vuelta la carretera. No llevaba cinturón”, explicó. “Hasta veinticinco días después del accidente, no recordaba nada”, señaló. Estuvo varios meses en hospitales de Madrid y Toledo. “Fue cuando me di cuenta de que esto era para toda la vida”, acuñó, en un testimonio sobrecogedor. Pero a Fernando Cañada le sobran las fuerzas para pedir la máxima precaución al volante. Ahora, como expresó, no puede caminar, no puede controlar la orina y tiene problemas respiratorios y digestivos. Son secuelas que le cambiaron la vida, y no desea que le ocurra a los demás.