04 oct 2014 / 09:38 H.
El vergonzoso caso de las “tarjetas b” de los consejeros de Caja Madrid se ha traducido en una cascada de dimisiones en los últimos días, un escándalo mayúsculo del que todavía queda mucho por ver. La entidad que presidía el linarense Miguel Blesa no deja de sorprender a raíz de la investigación que instruye el magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Andreu dentro del “caso Bankia”. Entre los años 2003 y 2012 los directivos de la caja madrileña gastaron 15,5 millones de euros a través de unas tarjetas totalmente opacas a la Hacienda Pública, gastos personales que se emplearon en conceptos como restaurantes, grandes superficies, hoteles, ropa e, incluso, se retiró dinero en efectivo de los cajeros automáticos. Resulta, además, de juzgado de guardia que 28 de los 86 consejeros con este privilegio siguieran utilizando la tarjeta incluso hasta ocho meses después de haber cesado en el cargo como miembros de los órganos corporativos de la entidad financiera. Incluso el propio ministro de Economía, Luis de Guindos, ha señalado sobre este asunto que “se le revuelve el estómago”. A raíz de este escándalo, el Ministerio de Hacienda acaba de anunciar un plan de inspección dirigido a las empresas que cotizan en el Ibex 35 y que engloba a las principales del país, para conocer si utilizan tarjetas de crédito ocultas al fisco. Hay que precisar que esta inspección no tiene relación con las tarjetas de representación que es habitual que manejen directivos de grandes empresas, cuyos gastos sí están justificados y declarados como rentas en especie, por lo que no son opacos a Hacienda, como sí sucedía en el caso de la entidad que presidía Blesa. Ahora, que cada palo aguante su vela.