Tafira plana para Rato

Hace unos días nos ¿sorprendía? la noticia de que los directivos /consejeros /asesores... (o los podemos llamar como queramos) hacían un uso “fraudulento” de unas tarjetas de crédito con más fondo que un agujero negro oscuro y con menos control que una serpiente en una granja.

    14 oct 2014 / 10:30 H.

    Pues que a mí no me sorprende. Porque si yo a mi hija le abro la tienda de chuches y me voy, lo lógico es irnos a urgencias en un par de horas. Y no podemos olvidar que para el de la tienda de chuches es un buen negocio (prometo pagar en efectivo y con mi dinero). Esto es, los que gastaron dinero “público”, ya que esas tarjetas pese a ser de una entidad privada han pasado por el rescate del erario público, no tienen culpa de que les dejaran despilfarrar, no les controlaran el gasto, ni les pidieran explicaciones de en qué lo fundían. Y lo sabes. Y los que tuvieron la fortuna de ser los destinatarios de esos gastos, oye pues encantados de la vida y tal. Que eso también mueve la economía, ¿no? Pues claaaaaaro... pero con tus billetes, señor. No vale que yo me vaya de vacaciones a “tutiplein” y a fundir el dinero que me dieron del ICO (por ejemplo) y al volver al triste y cotidiano quehacer diario buscar un rescate lagrimoso por no poder hacer frente a mis obligaciones. No, no, no. Eso es de tener mucha cara. Seas de Bankia, Caja Madrid o del Banco de donantes de semen de la esquina. Sea tarjeta A de analfabeto, abusador y antidemócrata, b de bestia, bobo y botarate o de c de capullo, caradura y carroñero. ¿Solución? Sencilla por la facilidad en señalar el problema. No se puede poner a juzgarse a sí mismo al juez. No puede arbitrar un jugador. No puede legislar el beneficiario del BOE. No vale que el político que manda se mande como consejero y se ponga de sueldo que le plazca por “trabajar” un rato, usando el término currar con permiso del que echa 14 horas para poder pagarlo todo (que orgulloso debe sentirse, de su representante sindical hinchado de gamba roja) y luego gastarse nuestros dineros en su restaurante. ¡¡¡Que yo en mi casa no me cobro!!! Y por lo visto nos quedan sorpresas para Rato…