Susto mayúsculo en Mágina
Ya se da por controlado, pero el susto, la madrugada de este domingo, en Mágina fue mayúsculo. Hasta ciento cincuenta llamadas recibieron los teléfonos de emergencias del servicio 112 para alertar del incendio que comenzó el sábado por la noche en el paraje de Aznaitín y que se expandió como una tena, con llamaradas que se veían desde la distancia. Lo abrupto de la zona no facilitó la extinción, ni las condiciones meteorológicas, pese al amplio dispositivo que desde el primer momento se desplazó hasta el lugar. El Plan Infoca activó el protocolo cuando se recibió el aviso en el Servicio de Coordinación de Emergencias y hasta el paraje llegaron medios tanto terrestres como aéreos. Las primeras estimaciones hablan de alrededor de una treintena de hectáreas arrasadas, a falta de una estimación más precisa cuando se dé por extinguido por completo, tras las labores de vigilancia y refresco.
El verano ha sido benévolo en cuanto a incendios forestales, con intervenciones en las que no ha habido que lamentar daños materiales ni humanos ni, tampoco, grandes extensiones de terreno quemado. El de Jimena pasará a la triste estadística de ser uno, si no el que más, de los más graves de este periodo estival, y en un punto especialmente delicado por su gran valor natural. Las causas se investigan y es aventurado hacer conjeturas, pero la estadística pura demuestra que la mano del hombre, de manera accidental o intencionada, está detrás de la mayoría de los fuegos. Ahí se encuentra el caso de Castillo de Locubín, con tres incendios en una semana, que obligan a cortar la carretera. La Ley castiga a los pirómanos, pero con todo es preciso aplicarla con más rigor porque, en líneas generales, sale demasiado barato quemar un árbol.
El verano ha sido benévolo en cuanto a incendios forestales, con intervenciones en las que no ha habido que lamentar daños materiales ni humanos ni, tampoco, grandes extensiones de terreno quemado. El de Jimena pasará a la triste estadística de ser uno, si no el que más, de los más graves de este periodo estival, y en un punto especialmente delicado por su gran valor natural. Las causas se investigan y es aventurado hacer conjeturas, pero la estadística pura demuestra que la mano del hombre, de manera accidental o intencionada, está detrás de la mayoría de los fuegos. Ahí se encuentra el caso de Castillo de Locubín, con tres incendios en una semana, que obligan a cortar la carretera. La Ley castiga a los pirómanos, pero con todo es preciso aplicarla con más rigor porque, en líneas generales, sale demasiado barato quemar un árbol.