26 sep 2014 / 10:00 H.
Se creó la marca España para vender al exterior e interior la calidad de los productos elaborados en el país y así aumentar el producto interior. No sé si dicho invento ha conseguido los resultados económicos que se pretendían. En la actualidad podemos leer y oír en los medios de comunicación que la situación económica ha mejorado, que Bruselas dice que somos el país donde la reforma están teniendo un impacto más positivo, que las empresas del Ibex aumentan sus beneficios y que realizan grandes obras en el exterior, que el producto interior bruto crece después de varios años de descenso. Todo lo anterior es sinónimo de que España ha empezado a ir bien. Es evidente que hay un grupo reducido de españoles que están mejorando su situación económica que prácticamente coinciden con los que siempre han tenido una situación holgada y ellos, para los analistas, son España. El resto de los españoles, los que no tienen trabajo y cobran prestaciones, los que trabajan y no pueden atender las necesidades básicas, los que tienen un trabajo digno pero viven con el miedo de perderlo estos no son España. Este último grupo y muchísimo más numeroso no se tienen en cuenta para valorar la situación del país y para nuestros gobernantes son merecedores del olvido, hasta el punto de llamar agoreros a todos aquellos que le recuerden su existencia y las condiciones de vida en la que están. Debemos exigir a nuestros gobernantes que reconozcan la pobreza de muchos de los españoles y que ellos también son España y que promulguen normas para que el crecimiento del producto interior bruto se dedique, en su mayoría, a reparar los daños causados a los ciudadanos durante la crisis y a disminuir la desigualdad, que empieza a ser socialmente preocupante. Debemos recordarles que cuando uno gobierna representa a todos los españoles, no solo a los de su clase social, y una de sus metas es el bienestar de todos y no el enriquecimiento de unos pocos. Los poderes económico-financieros son básicos para un país, pero no tanto como para ser su única imagen, ni siquiera la más importante y por supuesto no pueden pretender tener a su servicio a toda la ciudadanía.