Sobreviviendo a los sordos

Manuel A. Poisón Almagro/Desde Jaén. La ciudadanía, que según fuentes oficiales se compone de radicales izquierdistas, violentos, perro-flautas, ultras, y demás gentes de malvivir, acaba de dar una lección de buen comportamiento social a esa obscura casta política, que detesta escuchar al pueblo que debería representar, porque, entre otras cosas, se cree legitimada para actuar con insultante paternalismo respecto de lo que en realidad se les exige.

    01 jun 2012 / 11:29 H.

    El movimiento 15-M está más vivo que nunca y ya la utopía está más cerca de poder realizarse, al margen de opinadores de poco fuste intelectual que esgrimen en su conjunto el maniqueo y torticero argumento de que las cosas solo pueden ser de una manera, como Dios manda, o como la canciller alemana ordene. La legitimidad de un Gobierno no solo radica en lo que ocurriera el día de las elecciones, sino que se obtiene cuando el electorado no ha sido engañado, al cumplir con lo prometido dentro del programa que se presentó en las elecciones. Porque si la actuación del Gobierno es contradictoria respecto de las propuestas por las que fueron elegidos, esa legitimidad que se obtuvo en las urnas pierde fuelle, vigor, fuerza, vitalidad, en fin, que deja de ser legítimo, pues gobierna por haber mentido, y la ciudadanía, que no es tonta, como quieren pensar los listos, pues va y se manifiesta porque está legitimada a ejercer  ese derecho. Y es que, cuando la ciudadanía habla, lo primero que tiene que hacer, el que sea quien gobierne, no es otra cosa que hacer orejas y escuchar aquello que se reivindica, más que nada porque supuestamente están puestos ahí para representarlos. Y si obcecan o empecinan “erre que erre” entonando la misma cantinela de siempre y haciendo culpables de todo a todos, eso sí, menos a ellos mismos, lo único que seguramente pasará es que para las próximas elecciones se les castigue, siempre democráticamente hablando. Aunque doy por supuesto, de que si pierden, la culpa será de Zapatero.