Singular carácter de una arteria que camina al futuro

Pepi Galera
Es una gran “arteria” que atraviesa un corazón verde, surcado por grandiosos desfiladeros de piedra. Despeñaperros es la conexión histórica del sur de la península ibérica con el resto del territorio. Su situación y orografía ha condicionado la vida de todos sus pobladores y, también, de aquellos que lo atravesaron, desde la misma Batalla de las Navas de Tolosa.

    06 nov 2011 / 11:12 H.

    Y, como reza la cultura popular, de ahí viene su propio nombre. Se dice que la denominación de Despeñaperros procede de la historia que aconteció tras la batalla, cuando las vencedoras huestes cristianas arrojaron y “despeñaron” a los “perros infieles” hacía el río desde los desfiladeros.
    Despeñaperros presenta en bandeja de plata al visitante, a su entrada a Andalucía, una de las zonas más singulares de la provincia. Desde su paisaje, —solo atravesar el puerto aparece la dehesa, donde el sempiterno olivar deja paso a las encinas y los toros bravos—, hasta su gastronomía, que nace de la riqueza que esta zona serrana le ofrece. Y, si algo hay que sumar a estas singularidades, es que pocas infraestructuras como esta atraviesan una zona natural, con especies como el águila imperial y el lince ibérico, y monumentos naturales, como Los Órganos, en perfecta armonía.
    Pero, esta excepcional zona fronteriza, de paso, se completa con curiosidades como ser escenario de una de las películas más míticas del pasado siglo, El pequeño ruiseñor; la tierra en la que se ubica el único toro de Osborne de la provincia y que sus habitantes sean descendientes de los colonos alemanes de Carlos III.
    Hace apenas un mes y medio, la apertura parcial del nuevo trazado de la A4 en dirección a Madrid supuso un primer paso para una transformación histórica, radical, de esta “Puerta de Andalucía”. La inauguración de 14,1 kilómetros en dirección a Madrid supone que los más de 24.000 coches que al día atraviesan el puerto de Despeñaperros, ahora lo hagan en apenas cinco minutos. A partir de esto, solo quedan unos meses para que se termine todo el trazado, con los nueve kilómetros en sentido Andalucía que aún están en obras. Atrás queda el trazado serpenteante que tantas tragedias dejó como legado. Dentro de unos años, pocos recordarán ya las largas colas en vacaciones y puentes, que apenas se podían llegar a los cincuenta kilómetros por hora o las paradas para comprar cerámicas, melones y miel. Y es que este es el único inconveniente que parece tener la nueva autovía: los negocios existentes están casi condenados a una desaparición si no se reinventan. Sus posibilidades no pasan por mucho más allá de reconvertirse en oferta turística dentro del Parque Natural.