Sin vivir en mí

Fumar ya no es un placer. La canción de Sara Montiel va a quedar como reliquia musical de un vicio, sí, un vicio cualquiera como beber alcohol o jugar a las tragaperras. Pero mejor visto, quizá.

    16 ene 2011 / 23:00 H.

    La cosa es que ha pasado de ser un hábito primordial para alternar en esta sociedad de monos de imitación, a convertirse en un veneno mortífero que transforma a quien lo toma en un apestado. No, ni antes era la gloria, ni ahora el infierno.
    El quid de la cuestión está en que no se puede condenar a alguien a respirar el humo del tabaco ajeno, como sucedía hasta ahora en mil y un espacios públicos, pero prohibir por prohibir tampoco es la solución. La alternativa no puede ser la calle, la exclusión como leprosos o similar, simplemente porque cuando caen chuzos de punta las terrazas vuelan con clientes incluidos.  
    Si a estas alturas fuera fumadora, la verdad, comenzaría a pensar en dejarlo. No ya tanto por salud, sino por economía. Los cursos y terapias de deshabituación y los juguetitos que palían la ansiedad por la nicotina han multiplicado la demanda en un 200% desde que empezó el año. Por no hablar del precio del tabaco, disparado a escape libre y subiendo. También es cierto que la ley agudiza el ingenio para torearla y como primer espada nadie mejor que el propio Zapatero, que dejó en mal lugar a su ministra Leire Pajín cuando al salir de una entrevista televisiva el otro día aseguran quienes estaban allí (dicho por la periodista Pilar Cernuda) que se apresuró a pedir un pitillo. 
    Al margen de contradicciones y paradojas, se permite que los delincuentes fumen en la cárcel y que cualquier fumador sea tratado como delincuente, como decía un amigo (fumador, claro). Y eso tampoco es. Total que, parafraseando a Santa Teresa, vivo sin vivir en mí, con una ley que no me gusta, pero encantada de entrar a locales públicos sin humo. Eso sí, la alcaldesa Carmen Peñalver, a pesar de ser fumadora, debe estar contenta con la ley antitabaco, porque lo que hay que reconocer es que es perfecta para no hablar de otros asuntos. Hasta cualquiera diría que hay menos atascos en la capital.
    (Publicado en la edición de Diario JAEN del domingo 16 de enero, en la sección "Si yo fuera")