Sin memoria pero con amor

Un señor de ochenta años cada día iba a la residencia de mayores donde estaba su esposa a desayunar con ella. Y cuando le preguntaron, ¿Por qué su mujer está en esta residencia de mayores?, él respondió, porque tiene alzheimer, pérdida de la memoria. Entonces le preguntaron, “¿Se preocupaba su mujer si tardabas en venir a desayunar con ella?” y respondió “ella ya no se acordaba, ya no sabía quién era yo, desde hace cinco años que ya no me reconocía.”

    04 jul 2014 / 22:00 H.

    Y un poco sorprendidos, le dijeron: “Y aun así seguías viniendo cada día, con buen o mal tiempo, para desayunar con ella por la mañana a pesar de que ella no te reconocía.” El hombre sonrió, se quedó pensativo, miro a nuestros ojos y nos apretó la mano, entonces nos dijo: “Ella no sabía quién era yo, pero yo sí sabía quién era ella.” Al recordar aquello sentimos todos la fina sensación de una emoción que se vivía; y es que cuando afloran los sentimientos, cuando aflora el amor, viene a nosotros una sensación especialmente tierna que llena el alma y que se percibe por cada uno de los sentidos. Me parece tremendamente bello y emotivo que estas cosas sucedan y es una muestra evidente de que el amor puede ser para siempre. El amor lo empobrecemos los seres humanos: Por nuestro egoísmo, por nuestra indiferencia, por tantos obstáculos como cada día situamos entre el amor y nosotros. Si cuidáramos el amor, de él resurgiría cada día: Un nuevo brote, una nueva ilusión, un nuevo cariño, una nueva y eterna mirada, un gesto, una sonrisa, un para siempre, una caricia, un fuego intenso que mantiene caldeado nuestros corazones, un nuevo y precioso amanecer.  
    Rafael Gutiérrez / Linares