Sin ciencia, no hay futuro

Dicen que de las ciencias y de las artes, solo es enemigo el ignorante. Este pasado fin de semana se han manifestado por diferentes puntos de España centenares de personas bajo el lema 'sin ciencia, no hay futuro', ante la austera política de inversión pública en esta materia. Por mucho que suba el IBEX, o baje la inflación, la inversión en investigación está sujeta a las estrictas reglas presupuestarias de la Administración Pública.

    22 oct 2013 / 09:54 H.

    Que más quisiéramos que las empresas españolas estuvieran tan saneadas como para invertir en investigación. Conocidos los presupuestos para 2014, resulta decepcionante el paupérrimo aumento del 1,5 % en la partida de gastos de Investigación y Desarrollo (I+D). Esta partida es la que debe contribuir a que el crecimiento económico esperado y deseado, sea sostenible a largo plazo. Invertir en investigación es invertir en futuro, pero esta inversión no se materializa solo y exclusivamente con dinero. Las Universidades, juegan un papel fundamental en crear esa mentalidad necesaria para crear investigadores. Pero no investigadores encerrados en despachos protegidos del vaivén del PIB. Necesitamos que la universidad nos enseñe no solo conocimientos, sino actitud ante la vida, y compromiso con nuestra tierra. Con la situación de estancamiento actual, nos vemos obligados en comprar los frutos de esta inversión en otros mercados, como Suecia, Alemania, o Estados Unidos, paradójicamente creada por muchos científicos españoles, que ante la falta de expectativas, emigran a otros países. Es la fuga de cerebros, lo que más descapitaliza la provincia. Nuestra economía más que nunca necesita reinventarse, y buscar nuevos yacimiento de riqueza. Para ello es necesario apostar por el desarrollo de nuevos productos, nuevos servicios, que permitan satisfacer mercados cada vez más exigentes. Es el talento el principal factor de producción, frente al ladrillo, la industria o incluso la agricultura. Pero la inversión en Investigación y Desarrollo requiere de plazos largos de recuperación, cuestión complicada para presupuestos cortoplacistas. Y es que la paciencia, es la madre de la ciencia.

    Rafael Peralta es economista