Silencio, se rueda en la provincia

Nuria López Priego
La estampa es descorazonadora. La ruina y la desolación aumentan a cada paso. La mugre engulle la cal de las casas. Las fachadas están ennegrecidas, heridas de muerte por una deflagración. Las puertas son tan viejas que no hace falta escuchar sus goznes para saber que chirriarán.

    27 sep 2009 / 12:20 H.

    En el antiguo Ayuntamiento sorprende un cartel que reza: “Estanco y correos”, y en la casa contigua, más de una decena de sacos se apilan en el balcón. Hay tejados derruidos y, en la plaza, un socavón de tres metros de diámetro habla del desastre que sucede a un bombardeo. Es como si el pueblo se hubiera atrincherado. Pero, en España, la Guerra Civil terminó en 1939. “Esto es el siglo XXI. Posmodernidad. El reino de las nuevas tecnologías y de la globalización”. Lo dices en voz alta para despertar del sueño. Y, entonces, alguien sisea. “Silencio, se rueda”.
    El pasado miércoles, empezó en Lopera la grabación de “La Mula”, la película que dirige Michael Radford a partir de la novela homónima de Juan Eslava Galán. Pero la ambientación comenzó cuatro semanas atrás. Un equipo formado por casi una veintena de profesionales ha trabajado arduo para devolver la Plaza Mayor de Lopera a los tres cruentos años que duró el fratricidio español. El director artístico, Jonathan McKinstry, resalta: “Ha sido muy interesante porque hemos tenido que envejecer todo y darle un toque bélico a un pueblo casi nuevo”.
    “La Mula” es el último título de una amplia lista de largometrajes, documentales y capítulos de series de televisión que han tenido como escenario rincones de Jaén. Una provincia que el ganador del Goya de Honor 2009, Jesús Franco, resume en una palabra: “Fotogénica”. Por su paisaje, por la diversidad de escenarios, por su monumentalidad, por la historia que oculta en cada piedra, por la luz que regala a los profesionales del cine... Desde Sierra Morena y Cazorla, hasta Úbeda y Baeza, la provincia es un “paraíso para la localización” cuajado de posibilidades para quienes miran el mundo a través de un objetivo.
    El primer largometraje rodado en la provincia fue “Mientras la aldea duerme”. Un drama localizado en la Sierra de Cazorla que  brindó a su director, León Artola, el primer éxito de público de su filmografía. Era el año 1926 y, en EE UU, un cómico llamado Buster Keaton estrenaba “El maquinista de la General”.
    En España, la producción cinematográfica era raquítica y desorganizada. Como escribe el historiador de cine y crítico Román Gubern: “Vivía de espaldas a la realidad, embobada por las castañuelas y los géneros de guardarropía”, ignorando que existían maestros como Eisenstein, Chaplin o Renoir. Pero, que en aquellos años veinte un realizador escogiera Jaén como escenario denota el interés que la provincia despertaba ya entre los profesionales del medio. Un ejemplo es Florián Rey. El cineasta que “fue capaz de arrebatar al público español de las películas del Hollywood dorado” rodó en Marmolejo secuencias de “La Hermana San Sulpicio” (1934), con Imperio Argentina. El resultado debió de convencerle porque, nueve años después, volvió a la provincia, acompañado esta vez por la también cantante Paquita Rico, para filmar “La moza del cántaro”.
    También fueron reincidentes el realizador Pedro Lazaga —rodó “Roberto, el diablo”  entre Cambil y Jaén, y “Nuevo en esta plaza”— y el prolífico y siempre polémico Jesús Franco, que grabó su ópera prima en la provincia. “Aunque —aclara—, en realidad, la primera fue la segunda”. La primera fue un mediometraje documental, “El árbol de España” (1957), que le descubrió una tierra de la que quedó “fascinado”. La prueba es que regresó dos años más tarde para rodar, esta vez sí, su primer largo. “Tenemos 18 años” (1959) es una “road movie” sobre “dos insensatas” que viajan al Sur. En su periplo, recalarán en “Úbeda, Baeza, Guarromán, Linares... En todos los lugares que se mencionan en la canción ‘Hay quien dice de Jaén que no es mi tierra andaluza”, indica Franco, hoy un cineasta de culto dentro de la cinematografía nacional de serie B, que, en aquella época, era persona non grata para el sistema. “Me gusta mucho esa copla y quise hacer una especie de homenaje a esta tierra, que creo que ha sido injustamente la Cenicienta de Andalucía”. Sin embargo, al igual que ocurrió en “El árbol de España”, donde los productores eliminaron el tema, el distribuidor de “Tenemos 18 años” “creyó que todos esos lugares —diez minutos de cinta— no contaban nada de la película y los cortó”, dice frustrado el madrileño, que volvió en dos ocasiones. Una, en 1982 (“La caída de la casa Usher”), y otra, en 2002 (la secuela de “Killer Barbys”: “Killer Barbys contra Drácula”).
    Franco sólo tiene palabras de alabanza para la provincia. “Su ventaja —dice— es que conseguir un ambiente provinciano, no ya del siglo pasado, sino del XIX, renacentista o medieval, es muy fácil porque Jaén es así. Profunda. Y Úbeda y Baeza son decorados en sí mismas”. Por eso, ya ha anunciado que rodará su próximo proyecto, “Carmira” —película de “misterio gótico”— entre Jaén y las ciudades patrimoniales.
    En la línea de películas que ensalzan la España de platillo y pandereta, en la provincia se filmaron escenas de cintas como “El pequeño ruiseñor”, con Joselito; “Esta voz es una mina”, con Antonio Molina; “En Andalucía nació el amor”, con Rocío Jurado, o “Yo soy esa”, con Isabel Pantoja. Pero, frente al folclore estereotipado, también hay cineastas como Juan Antonio Bardem o Carlos Saura que han vuelto sus ojos hacia Jaén. El primero rodó “La venganza”, una crítica social que se alzó con el Premio de la Crítica en Cannes y que fue nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera.
    La provincia también ha sido escenario de seriales como la popular “Curro Jiménez” y de series documentales del calibre de “El hombre y la tierra”, de Félix Rodríguez de la Fuente. Pero, de entre todas las producciones realizadas, la película que logró prender el interés de Jaén como escenario es “Alatriste” (2005), de Agustín Díaz Yanes. Siguiendo su estela, el año pasado se rodaron “La conjura de El Escorial”, del cazorleño Antonio del Real, y la hispano-francesa “Rose et Noir”, de Gerard Jugnot, que verá la luz este otoño.
    Los cineastas destacan la monumentalidad y la riqueza paisajística de la provincia, pero también la “sencillez, la amabilidad y las facilidades” que dan sus gentes. Cada rodaje está envuelto en un halo de expectación popular. La prueba se ve estos días en Lopera. Se ha convertido en un lugar de peregrinación. Ya se intuía en agosto, cuando se realizó el casting para extras y figurantes, cuando un centenar de vecinos envió su currículum. Desde la capital, David Araque es uno de los afortunados. Con 23 años, este estudiante de Arte Dramático tiene a sus espaldas figuraciones en “Alatriste” y “Rose et Noir”, y le sigue sorprendiendo “la reacción de la gente”. “Algunos quieren hacerse fotos contigo y yo siempre pienso: ‘Pero si sólo soy un figurante, que no es nada”.
    Estas superproducciones promocionan a gran escala las virtudes de Jaén, pero no hay que olvidar el trabajo de los cortometrajistas jiennenses, cineastas emergentes como Juan José Patón, Carlos Ceacero, Juan Antonio Anguita, Jachi Cobo, Luisa Medina o Ricardo López Raya, los que realmente explotan su potencial y elevan el nombre de Jaén como un escenario de cine único.