Si yo fuera Susana Díaz
Morir de éxito. A eso van a dar lugar que pase con la presidenta de la Junta, la socialista Susana Díaz, con semejante aluvión de apoyos por activa y por pasiva como candidata idónea para tomar el relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba en la secretaría general. La salvadora de la patria socialista, vamos. Solo su compañera de filas Carme Chacón, otra mujer (muy curioso) ha sido capaz de poner, el otro día, en sus manifestaciones una milésima de cordura con su teoría de que todo este cariño espontáneo obedece a una “ceremonia de confusión” en una clara maniobra de distracción para intentar que se quite de una vez el foco mediático de la presidenta andaluza. ¿Qué sucede? ¿Entre todos la encumbraron y ella sola se murió?
Pensando mal, quizás obedezca todo no a una confusión como dice Chacón (valga el pareado), sino todo lo contrario: a una campaña orquestada desde dentro mismo por alguno de estos machistas empedernidos, porque esta enfermedad es obvio que no entiende de colores ni de partidos políticos. Como en la vida misma. Una estrategia para quemarla a base de bien, pensada por un ser de “inteligencia superior”, claro, igual que Miguel Arias Cañete (PP) o el mismísimo vicepresidente Diego Valderas (IU-LVCA) —véase en youtube su alusión a una delegada como “la de las tetas gordas” ante la sonrisilla entre cómplice y aprobatoria de Cayo Lara. No tiene desperdicio—. Que sí, ese mal que ataca sin distinguir entre inclinaciones filosóficas, de edad o ni siquiera de estudios. Documentados e indocumentados, de todo hay. Y es que el maltrato puede ser tan sibilino y tan astuto que no se entere ni la propia maltratada, en clara desventaja siempre por su menor capacidad mental, ya se sabe. Machismo universal en estado puro. Si yo fuera Susana Díaz echaría mis flores a otro barón entre barones, les devolvería la pelota... y a trabajar. Que Andalucía lo necesita y mucho.