Si yo fuera sindicalista
Nunca la letra B fue tan maltratada. Contabilidad B, caja B… Sinónimo de choriceo financiero a todas luces. Ahora, la supuesta trama de facturas fraudulentas de la UGT-A con cargo a la Junta toca a una empresa jiennense y a la sección provincial de Manuel Salazar le ha faltado tiempo para aclarar que ellos no tienen nada de nada que ver con el asunto. El argumento es que el tema de las contrataciones se centraliza desde Sevilla, cuestión que, como es obvio, no se pone en duda, pero con el ventilador en marcha a toda potencia resulta inevitable que el mal olor se expanda sin límite a los cuatro vientos.
Por eso es primordial que el caso no se eternice en la noche de los tiempos. La sombra del delito hace más daño que el delito en sí y al final, como casi siempre, pagan justos por pecadores. Desde la secretaría general de la organización, el paisano Cándido Méndez niega también la mayor, en una semana de desmarques, aclaraciones y críticas a la filtración desde el propio Gobierno de Rajoy. Es difícil que el buen nombre del sindicato quede limpio después de semejante acoso, por eso es primordial la máxima rapidez en la resolución judicial para no caer en la descalificación generalizada. Porque ese es el discurso fácil, igual que se critica a la Iglesia católica todos los días y no se tienen bemoles de hacer lo mismo con el islam, no vaya a ser que un hijo de Mahoma se vengue, como ya ha sucedido.
Para que la Justicia sea Justicia, debe ser rápida. Es vida o muerte que se dé máxima celeridad a la investigación y que, ya que está bajo secreto de sumario, no se traslade información a los medios de forma torticera e interesada, que al final también los periodistas somos todos unos vendidos y unos sensacionalistas, igual que los sindicalistas unos vagos y unos chorizos. Seamos serios, que está en juego la imagen y la honestidad no de unos colectivos profesionales concretos, sino de todos los andaluces, hastiados ya de etiquetas falsas. Esas sí que son falsas de verdad.