Si yo fuera ministra de Empleo
Es imposible que haya más de un 40 por ciento de paro y no estalle una revolución. Pero si comulgamos con esa rueda de molino, es urgente, —prioritario y cuantos sinónimos de emergencia social se nos ocurran— para poner en marcha medidas que generen empleo desde ya y, sobre todo, en el sector primario, en la industria pura y dura. El sector naval, el de automoción… lo que es impulsar para ganar mercados y así generar puestos de trabajo, no incentivar nuevas peluquerías o bares, con todos los respetos, sino industria como revulsivo para crecer ¿Y cómo? A uno que no tiene para comer no le preguntes cómo prefiere el tenedor, dale el filete y se lo tomará aunque sea con las manos.
Cuentan que sucedió en la época de la plena crisis alimentaria por las vacas locas, en una cumbre internacional. Europa anunció que sacrificaría miles de animales y destruiría esa carne. Un representante de un país africano reclamó, entonces, que se la dieran a ellos. Entonces alzó la voz un sandía (rojo por dentro y verde por fuera) diciendo que era una barbaridad darles productos que en otra zona del planeta se rechazaban por peligrosos para la salud. El líder africano insistió. Sus paisanos morían de hambre, necesitaban carne, poco les importaba el riesgo de generar la enfermedad con setenta años, cuando hoy por hoy su esperanza de vida no llegaba a los cuarenta. El ejemplo no es fidedigno al cien por cien, pero la moraleja sí. Vamos a hacer un paréntesis en las cotizaciones a la Seguridad Social durante tres años en el sector primario, para contratos nuevos. Pagando si acaso un seguro médico y ya está de forma temporal. Hoy vale más mirar para el día a día que para la jubilación. Tiempo habrá de alzar la vista cuando la losa que hay sobre la economía se elimine.
Si yo fuera Fátima Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, ejecutaría ya esa exención (temporal, insisto) para potenciar el sector primario y exportar, vender fuera a Méjico o Corea, donde está el dinero. Aquí está claro que no. Asesores hay a espuertas para recoger el guante y pulir los flecos. ¿Que habrá listillos que quieran aprovecharse, despedir a sus empleados con sus cargas sociales y contratar a otros nuevos libres de polvo y paja? Para eso están los susodichos consejeros bien pagados. Y, desde luego, cuando haya recuperación, de forma automática, el contador vuelve a cero y todos los derechos revierten de forma automática. Pero que quede atado y bien atado.