Si yo fuera la chispa de la vida

La chispa de la vida. ¡Ja!  Cuando está por medio el vil metal, ni chispa ni ocho cuartos. Como reclamo publicitario estuvo bien mientras duró, pero las últimas noticias dejan a la multinacional, como vulgarmente se dice, con el culo al aire. A una corporación que vende en más de doscientos países y que tiene su sede en Atlanta es posible que las protestas en este lado del océano le hagan menos efecto que una picadura de mosquito. Total, qué son unos cuantos españoles manifestándose por el cierre de cuatro míseras fábricas. Ni siquiera se ha escuchado a alguien del Ejecutivo interesándose por el asunto, no como el caso del canal de Panamá, que enviaron a toda una señora ministra allí a poner orden y resolver el tema. No lo solucionó, vale, pero cuenta como intención.

    09 feb 2014 / 10:17 H.

    Mientras, queda muy bonito eso de beberte una lata con tu nombre o el de tu novio, pero menos bucólico será cuando coincida con uno de los más de mil empleados que dejan la empresa de una u otra forma.
     Y ahora va Hacienda y hace públicas sus sospechas de que la multinacional hace ingeniería fiscal (bonita metáfora para decir que son unos chorizos) para eludir impuestos en nuestro país. A buenas horas mangas verdes, que diría mi abuela. Sí, los ejecutivos de la Coca-Cola no van a perder el sueño, pero hay que rebelarse como más les duele de verdad, en las ventas. En las no ventas, mejor dicho. Piensan cerrar cuatro plantas sin despeinarse, pero aquí están dispuestos, al menos, a que algo les duela la cabeza. Qué fácil es recortar en personal y en sueldos. Con el eufemismo de cambiar de un sistema productivo radial a uno nuevo circular dicen que esperan un ahorro global de 53 millones de euros. “Aligerar la estructura para hacerla más operativa” (textual). Palabras de charlatán de feria. En una multinacional de este tipo la clave está en reducir costes energéticos y de producción, no quedarse siempre en el tijeretazo al capítulo de personal, que hasta el más tonto lo sabe hacer.

    Juana González Cerezo