Los únicos inocentes
La noticia llegaba hace poco, en la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El muestreo referido a noviembre apuntaba que la clase política y los políticos son percibidos como un problema por el 16,6 por ciento de los ciudadanos, un asunto más grave que la inmigración, que sólo preocupa al 13,7 por ciento de los encuestados. Y el deterioro de la imagen de los que nos representan no queda ahí, porque el 60,6 por ciento tachaba de mala o muy mala la situación política.
Con semejante percepción de la realidad, que a fin de cuentas es más importante que la realidad en sí misma, los principales grupos políticos se han puesto manos a la obra para elaborar un documento base que regirá a partir de ahora el funcionamiento de los partidos, sobre una premisa básica: todos los candidatos a cargos públicos tendrán un mínimo de diez años de experiencia laboral en la empresa privada o reconocido prestigio profesional equivalente. Además, se suprimen las juventudes y nuevas generaciones o similares, para enseñar a los que empiezan que antes de trepar primero hay que sudar la camiseta en la calle. A la política hay que llegar ya comido, sin necesidad de llenar el estómago a costa de la cosa pública. Y si yo fuera inocente, me creería que los partidos van a hacer esto. Pero nada más lejos de la realidad. Cada 28 de diciembre es el día de los Santos Inocentes, pero semejante broma no habría quien se la creyera, por surrealista. Por estas tierras conocemos personajes públicos con una trayectoria política interminable, pero que probablemente nadie contrataría en una empresa privada. Son los Chaves, Arenas, Fernández de Moya, Felipe López o Zarrías, dinosaurios donde los haya. El mundo real está ahí fuera, pero ellos (y ellas, también) permanecen instalados en otra dimensión. La encuesta del CIS de noviembre da que pensar al ciudadano y debería hacer lo mismo con nuestros gobernantes, pero no se ha escuchado ni la más leve insinuación para plantearse siquiera un examen de conciencia colectivo. Y la encuesta del CIS no habla de los sindicatos, pero es ahora en plena crisis galopante cuando les llueven las críticas por ponerse de lado del que gobierna, no del que busca trabajo. El paraíso de los liberados sindicales es un lujo de otra galaxia. Moraleja: los currantes son los únicos inocentes.
PD.-Ahora, si quieren un ejemplo práctico de parte de lo que comento en este artículo y, de paso, reírse un rato, les invito a pinchar abajo y ver este vídeo. Me lo ha enviado un "amable lector" y, sobre todo, amigo. El mérito es suyo. Pasen y vean, que no tiene desperdicio.
jgonzalez@diariojaen.es