Si yo fuera el nuevo subdelegado

Fumata blanca. Habemus subdelegado del Gobierno. En masculino. La oportunidad de volver a hablar en femenino está perdida, aunque con los globos sonda de nombres de mujer que se filtraron estos últimos días, mejor quedarnos así, con el que al final ha sido designado. A dedo, claro, pero con sobrados méritos profesionales y amistades propias. Que todo suma. Lejos quedan aquellos días con la socialista Carmen Calleja, que aterrizó con todo el ímpetu del mundo, abrió de par en par las puertas de una institución gris y opaca hasta entonces y revolucionó con su energía incombustible hasta al último funcionario de esa noble casa de la Plaza de las Batallas. Vamos, que los puso a trabajar y de lo lindo, de ahí que dejara su huella.

    15 ene 2012 / 10:35 H.

    Con Juan Bautista Lillo la Subdelegación gana un político de largo recorrido en tierras linarenses, aunque natural de Mengíbar, lo cual de por sí forja el carácter. Es de esperar que esa vena de amor propio tan suya que impregna a los linarenses (dicho sea con cariño) la aplique a luchar por esta provincia, a llorar en Madrid o “implorar” si hace falta, para defender a los jiennenses tan necesitados del cariño-inversiones del papá Estado. Si yo fuera el nuevo subdelegado prepararía la lista de asuntos pendientes en materia de carreteras, infraestructuras hidráulicas o trenes ¡Para llorar! Por no hablar de la Academia de Baeza y su drástica reducción de alumnos. Ahí tendrá que lidiar con el flamante director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, un gallego al que los agentes ya acusan de engordar su currículum y de vivir del cuento.
    Gestionar en tiempos de crisis y con competencias menguadas no le dará juego. Claro que, así es más fácil no equivocarse. Solo con que no eche la culpa de todos los males a los periodistas, ya le habrá ganado un punto a su predecesor. Pero sin rencores, ¡eh!
    Ahora bien, la designación de Lillo para este cargo (¿o carga?) no debe entenderse como un guiño de Fernández de Moya a Linares desde la capital, sería un error ingenuo. La cuestión es que da el perfil: trabajador, austero y serio. ¿Defectos? Los iremos viendo. Suerte y enhorabuena.
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