Si yo fuera concejal de Cultura

No es que vaya a regentar una caseta de copas en la zona de marcha del ferial (me extraña que no se le haya ocurrido), sino que entre los impuestos de caseteros y feriantes, la tarifa del aparcamiento y demás tasas festivas, se va a ingresar algo más de cien mil euros, frente a un presupuesto de 67.000. Se la ha calificado como la más austera de la historia, lo cual no tiene que ser sinónimo de aburrida. Para empezar, la noche de este primer viernes ya fue un auténtico hervidero de personas, un éxito que ahora hay que sostener durante diez días y dos fines de semana seguidos. ¿Será posible con los bolsillos vacíos? Eso espera, al menos, el gremio de caseteros, porque de los ingresos que consigan estos días tienen que vivir casi la mitad del resto del año. Ahí entran en juego también el buen hacer y la seriedad de cada casetero, porque no se puede pretender tampoco hacer el agosto en menos de dos semanas. Al cliente se le puede engañar una vez, pero dos no. Y que no vengan estos días las inspecciones de trabajo o de salud a dar mucha guerra. Entre bomberos no nos pisemos la manguera.
 En fin, como la rosa de Jericó, esa curiosa planta que resucita con una gota de agua después de años momificada, la incombustible concejal de Cultura revitaliza hasta el propio festival de otoño, pidiendo de casa en casa como las Hermanitas de los Pobres. Y no se le caen los anillos. Ese es el mérito de un buen gestor, hacer malabares cuando no hay de dónde tirar, porque para tirar con pólvora del Rey ya vale cualquiera. Si yo fuera Cristina Nestares bien podría trasladarme al Gobierno central como asesora de Rajoy y en dos días salíamos de este agujero sin fondo en el que nos han metido. Un suponer.    

jgonzalez@diariojaen.es                           
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