Si se quiere, se puede
Las elecciones del domingo se presentan, al igual que las generales, como un paso más para continuar con el profundo cambio ya iniciado y que necesita nuestra deficiente, limitada e inmodélica democracia.
Tenemos una gran responsabilidad como votantes en el impacto que puedan tener los resultados electorales sobre la calidad de vida y el bienestar de la mayoría. Ya no vale el decir que la transición no se pudo hacer de otra manera. Ahora sí se puede. Las deficiencias de nuestro estado de bienestar, de los más atrasados de Europa, las limitaciones de nuestra democracia, el bipartidismo tan escasamente democrático como altamente sometido a los poderes financieros y económicos.
Podemos rechazar las políticas de austeridad; podemos rechazar este Estado, fruto de aquella defectuosa y fallida transición; podemos cambiar esta limitadísima democracia. Mi esperanza es que Podemos, como partido, esté a la altura del momento histórico que estamos viviendo, ya que es el único partido que ha sido capaz de canalizar el rechazo popular a los poderes financieros, políticos, económicos y mediáticos que controlaron aquella transición. También es el único partido que sufre la enorme y desproporcionada hostilidad y agresividad de esos mismos poderes. Hay consenso en el ataque y en el objetivo de destruirlo.
Todos mienten, por poner un ejemplo, al hablar de que quieren traer el modelo venezolano a España. Si somos capaces de abstraernos de las burdas manipulaciones y miramos con un mínimo de objetividad las propuestas de Podemos, vemos como son claramente cercanas a la socialdemocracia. Así de claro. Es triste ver cómo los ataques parten también de partidos como el PSOE, que siempre se definió y apostó por la misma socialdemocracia, pero que hace piruetas ideológicas y de conciencia desde que se convirtieron al ultraliberalismo.
Solo hay que escuchar los ataques de los asesores económicos de Pedro Sánchez al gobierno de Syriza, o su oposición a las políticas redistributivas. Es alucinante que califiquen de “revolucionario” el decir que para crecer hay que redistribuir o aumentar la demanda.
Tenemos una gran responsabilidad como votantes en el impacto que puedan tener los resultados electorales sobre la calidad de vida y el bienestar de la mayoría. Ya no vale el decir que la transición no se pudo hacer de otra manera. Ahora sí se puede. Las deficiencias de nuestro estado de bienestar, de los más atrasados de Europa, las limitaciones de nuestra democracia, el bipartidismo tan escasamente democrático como altamente sometido a los poderes financieros y económicos.
Podemos rechazar las políticas de austeridad; podemos rechazar este Estado, fruto de aquella defectuosa y fallida transición; podemos cambiar esta limitadísima democracia. Mi esperanza es que Podemos, como partido, esté a la altura del momento histórico que estamos viviendo, ya que es el único partido que ha sido capaz de canalizar el rechazo popular a los poderes financieros, políticos, económicos y mediáticos que controlaron aquella transición. También es el único partido que sufre la enorme y desproporcionada hostilidad y agresividad de esos mismos poderes. Hay consenso en el ataque y en el objetivo de destruirlo.
Todos mienten, por poner un ejemplo, al hablar de que quieren traer el modelo venezolano a España. Si somos capaces de abstraernos de las burdas manipulaciones y miramos con un mínimo de objetividad las propuestas de Podemos, vemos como son claramente cercanas a la socialdemocracia. Así de claro. Es triste ver cómo los ataques parten también de partidos como el PSOE, que siempre se definió y apostó por la misma socialdemocracia, pero que hace piruetas ideológicas y de conciencia desde que se convirtieron al ultraliberalismo.
Solo hay que escuchar los ataques de los asesores económicos de Pedro Sánchez al gobierno de Syriza, o su oposición a las políticas redistributivas. Es alucinante que califiquen de “revolucionario” el decir que para crecer hay que redistribuir o aumentar la demanda.