Si les dieran el mando

Siempre se ha dicho que para que haya ricos debe haber pobres, y hoy día no estamos ante una excepción a esta regla universal. Ser pobre o trabajador nunca ha sido sinónimo de vago o excluido, sino todo lo contrario.

    28 ago 2013 / 17:01 H.

    Sin embargo, ¿a quién interesa que se creen esas bolsas de miseria y marginación, estos residuos sociales? Con la droga, fundamentalmente la heroína, camuflada de cultura punk y after-punk se desestructuró el movimiento obrero en los barrios humildes de las ciudades (también aquí en Jaén llegó, de un modo u otro, y aniquiló al menos a una generación), primero en el Reino Unido, luego en el resto de Europa, y algo después en las zonas industrializadas españolas. Así se disfrazaba la rebeldía, el abismo individual y la muerte que a la postre supuso la desideologización de las clases populares. Fue un buen comienzo para justificar los primeros recortes liberales y eliminar los subsidios en aquellos países que habían sido modelo de todo lo opuesto solo unos años antes, argumentando que ya no se fomentaba el parasitismo. Recientes datos muestran que en España se ha creado un estrato de nuevos ricos fruto de la especulación, y que en el fondo no se ha abandonado la compra y venta de fincas. No un solar o una casa... Alguien sigue sacando tajada de esto. Y son de ellos, de estos nuevos ricos, las opiniones que prevalecen en los corrillos de la ignorancia, cuando nos explican cómo hemos llegado a la ruina por tanto (supuesto) ladrón, y qué es lo que harían si les dieran el mando. 

    Juan Carlos Abril es escritor