Si la vida regala amigos

Ysi la vida regala amigos, pues hay que pedírselos para salir y entrar con ellos, para reír y llorar, para cumplir años y contar historias. El discurso de bienvenida del director de Diario JAÉN, Juan Espejo, volvió a ser un canto vitalista cargado de recuerdos e historias y claramente marcado por el afán por compartir el éxito de los treinta años de Jiennenses del Año con las generaciones de profesionales que han hecho grande al periódico de la provincia. Además, con una gran lección que deja bien claro que trabajar en un periódico es algo muy grande.

07 jun 2015 / 09:13 H.


“La historia de los premios es paralela a la de cualquiera que tenga un sueño. Y los sueños, para que se hagan realidad, hay que soñarlos. Si se sueñan de verdad, llegan. Que estos premios lleguen a sus primeros 30 años es la mejor prueba de que ese sueño de aquella generación de periodistas que tomamos el relevo en los años 80 de un medio de comunicación del Estado llevaba dentro semilla buena, savia vigorosa y espléndida”, dijo Juan Espejo. Conjugó nombres de profesionales que han engrandecido la historia del periódico, como Vica, Pepe Sánchez del Moral o Codina —“mi director”, le dijo— con los periodistas que “cada noche se quedan sin aliento para tener el mejor periódico al día siguiente”. Juan Espejo aseguró que la valentía de un periodista se gana a base de “crueles batallas” y “duras cicatrices” que pretenden que Diario JAÉN sea un “velero” que navegue libre por el “mar de olivos”.
El director utilizó en su intervención el recurso literario de un cuento para contar un cuento que sonaba muy real. Era el de un niño “rubio y revoltoso” al que le encantaba aprender cosas nuevas que tuvo una enorme vocación de periodista: “Sin saber por qué o sabiendo el porqué, ya que a los pillos se les ve de lejos”, un día dijo que lo suyo iba a ser contar historias, historias extraordinarias de gente extraordinaria, como las de su pueblo o las de su pandilla”. Asimismo, volvió a aludir a la pasión por escribir, a la gloria que da el periodismo y a la valentía para ser honesto con los lectores: “Fue así, entre cíceros y fotolitos y sujetos que no se hacen verbo cual predicado que se resiste a la hora de cierre como aprendió que, aunque a veces se crea que lo que no se sabe no existe, pues existe aunque no se sepa. Que es un galimatías, que viene a decir que no se puede esconder nada, que ya está bien de que se le escondan cosas a la gente”. Juan Espejo explicó que la historia de este niño acaba como empezó: “Con un sueño cumplido, contando historias maravillosas de gente maravillosa, pero con otro sueño por cumplir: vivir, vivir y vivir suspirando, cada día, un trocito de felicidad”.
La intervención de bienvenida de Juan Espejo bien pudiera haber servido para inaugurar el curso en la Facultad de Comunicación de cualquier universidad por su capacidad para unificar la vida, la pasión por contar historias extraordinarias, el valor de la amistad y la valentía que siempre ha de tener un periodista para darle poder a sus lectores.
“No voy a pedir perdón, lo siento, por amar Jaén, vivir Jaén y sentir Jaén. Tampoco por mantener intactas unas ganas insobornables que, junto a los compañeros y las compañeras, tengo por hacer, cada día, el mejor periódico posible, el que ustedes se merecen”, afirmó. Asimismo, concluyó: “Gracias, gracias y un millón de gracias por dejarme ser periodista”. Simplemente, un discurso genial.