Si fuéramos víctimas de ETA

Alegres, pero escépticos. Serenos, pero en alerta. Esperanzados y desconfiados a partes iguales. Quien durante cincuenta años sembró el camino de muertos y adornó el dolor con parafernalia política no es de fiar. Su mentira ha pesado como una losa en una sociedad y en unas generaciones que aprendieron a convivir con un carrusel de muerte que se filtraba por los informativos y que secuestraba la rutina de un país.

    23 oct 2011 / 10:21 H.

    Con ochocientos muertos a sus espaldas, leer la declaración de ETA requiere de una enajenación mental transitoria porque para acompañar la frase el “cese definitivo de la actividad armada” hay que tragar con golpes tan duros como este: “La lucha de largos años ha creado esta oportunidad (...) La crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel o el exilio. Para ellos y para ellas nuestro reconocimiento y más sentido homenaje”. Literatura de terror. En el callejón sin salida en el que se encuentran, quieren todos los focos para reservarse, nuevamente, el papel de salvadores de la patria vasca. Conferencia de Paz, incluida, toda la puesta en escena es muy dolorosa porque como bien escribía Savater, en “El País”, el pirómano nos ofrece su manguera. Este planificado autobombo debe cortarse de raíz una vez valorado en toda su dimensión un hecho que es histórico, pero que tiene demasiadas cláusulas por cerrar. Sería patético postergar los argumentos de las víctimas, tratarlas como testigos incómodos y no darles el papel principal. Tienen que participar del fin de esta pesadilla, aunque se les exijan sacrificios. Democracia con memoria acuñó Zapatero en un acertado concepto que debe presidir el proceso, esperemos que ahora sí, de paz. También Rajoy estuvo a la altura de las circunstancias y de quien puede ser el próximo presidente del Gobierno. Que en su primera comparecencia dijera que no ha habido concesiones políticas tiene gran valor y conviene destacarlo. Ayer, hoy y siempre el recuerdo y homenaje por las víctimas y sus familias. Por todos ellos este proceso no se puede cerrar en falso. Qué menos.