05 sep 2014 / 10:51 H.
Vito Corleone, don Vito, que así le llamaban en el barrio neoyorquino de Little Italy, como mafioso ilustre que era y padrino de una próspera familia dedicada al crimen organizado, fundó en 1920 la Genco Olive Oil. La compañía importaba aceite de oliva de su Sicilia natal, bella isla mediterránea donde nació la Cosa Nostra. Mario Puzo creó a este personaje para El Padrino, novela inspiradora de la impecable saga cinematográfica de Francis Ford Coppolla. Puzo fue práctico e introdujo en la trama de su obra que Vito Corleone blanqueaba el dinero ilegal procedente del juego o la usura con la venta en Estados Unidos del zumo de la aceituna. Es algo verosímil, puesto que es un negocio legal que a los transalpinos se les da bien desde hace décadas y Puzo se hizo eco de ello. Y es que, ciertamente, nadie había logrado vender más y mejor el fruto del olivar a los yanquies que los de Italia; nadie hasta que, este año, los jiennenses y el resto de productores españoles les arrebataron el trono a los vecinos del Sur de Europa y lograron ser, por fin, los que más zumo de aceituna exportaron a los americanos. Un mal rato para don Corleone, menos mal que no existe.