Sentar cátedra entre catedráticos

Pero con el escaso margen de tiempo que lleva al frente de la Junta, sin cumplir siquiera los cien días de cortesía, es innegable que algo empieza a cambiar en la cúpula del hasta ahora inamovible Gobierno andaluz. A ningún antecesor se le había ocurrido antes ir a la capital de España a cantarle las cuarenta a su exjefe, con toda la razón por cierto, y a poner en evidencia como nadie que los socialistas están mareando la perdiz catalanista con la esquizofrenia del federalismo mal entendido. A sacar los colores a Zapatero con la frase lapidaria y desafortunada de que el Gobierno de España acataría lo que decidiera el Parlamento catalán. Ahí queda eso. Con las hemerotecas en carne viva. ¿Derecho a decidir? Por supuesto, pero siempre dentro de la Ley. Yo puedo decidir matar a mi vecino, pero hay una ley que me lo prohíbe. Aquí la ley suprema, la ley de leyes, es la Constitución y no hay más referéndum ni gaitas. La presidenta sabe que las ínfulas de Mas y compañía abren heridas entre los andaluces y no es casualidad que haya atacado por ahí, igual que por los famosos brotes verdes fantasma. Los discursos están bien, y que inaugurara el curso en Jaén, en lugar de Huelva o Almería que también cumplen veinte años de vida, mucho mejor, pero más allá de las palabras, demostrar que ha llegado por fin el cambio a esta región es harina de otro costal.
Si yo fuera Susana Díaz, ante todo huiría de ser rehén de la IU de Valderas y Maíllo. Como de la peste. Igual que me aliaría con la paisana de Alcalá la Real, nuestra Elena Víboras, experta como ella sola en barrer para casa.
Publicado en la sección "Pongamos por caso" "Si yo fuera presidenta de la Junta" en la edición del domingo 6 de octubre de Diario JAEN