Semana de pasión doble
Para quienes son creyentes nos encontramos, asuntos personales al margen, en la semana de pasión por excelencia. Sentida, llorada si llueve y no se pueden procesionar los pasos. Pero esta Semana Santa tiene para todos otro motivos para la pasión, el llanto, el sufrimiento, la conmoción, por fin el Gobierno ha presentado los Presupuestos Generales del Estado y con ellos ha puesto de manifiesto una tristísima realidad:
es posible la devaluación, aún siendo socios del euro y de la Europa global. Lo que pasa es que los devaluados hemos sido los españoles, nuestro patrimonio, nuestros servicios sociales, nuestra educación pública, nuestra sanidad, las inversiones. Y dos cosas para mí de una especial significación: la reducción en el dinero destinado a becas “porque no crean puestos de trabajo”, han dicho, y la inversión en Investigación, Desarrollo e Innovación, así, con todas sus letras. Es decir un ataque brutal a la igualdad de oportunidades y una renuncia a sentar las bases de una economía distinta a la que nos ha llevado a donde estamos. Menos mal que Arenas no gobernará en Andalucía, con permiso de Sánchez Gordillo, porque ya había advertido que lo nuestro es el ladrillo. Así, el Gobierno se ha desdicho de casi todo lo prometido en la campaña electoral y está haciendo todo lo que dijo que no iba a hacer: subir impuestos, bajar lo destinado a becas, amnistiar a los defraudadores, etcétera, es éste último asunto algo curioso, porque no sé cuál será el “slogan” de la campaña de Hacienda de éste año, habida cuenta de que defraudar sale al contribuyente más barato que tributar. Pero ¿a todos? No, cómo en los tebeos de Asterix, éste privilegio está permitido a un pequeño grupo que resiste impenitente en lo alto del Olimpo económico, grandes empresas, grandes fortunas. Nos consta porque lo han manifestado, el cabreo de los inspectores de hacienda por el desprecio a su labor; nos consta que la persecución del fraude fiscal y de la economía sumergida supone bastante más que toda la necesidad de financiación del Estado Español para el año próximo, cifrada en 60.000 millones de euros. Cargando todo el peso de los recortes sobre las rentas del trabajo, los servicios básicos y la ya casi inexistente clase media, sin impulsar la actividad productiva, sin la reforma fiscal y financiera que es uno de los pilares sobre los que asentar el crecimiento, parece claro que nuestro Gobierno ha querido Semana de Pasión para todos: para los no creyentes en él, sufrimiento simple; para los que creyeron en el cambio, sufrimiento doble, el de sentirse engañados. Y el año que viene hay que volver a reducir el déficit para aplacar a los mercados y a Merkel. Si ya nos han devaluado un cuarenta por ciento el año que viene del seiscientos a la alpargata. Paco Zamora es empresario