Seguimos a flote

Itzhac Perlman es uno de los mejores violinistas de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Con 4 años contrajo la poliomielitis algo que lo marcaría de por vida ya que le obligaba, desde ese momento, a utilizar muletas para desplazarse. El 18 de noviembre de 1995 dio un concierto en el Lincoln Center de Nueva York.

    21 jun 2012 / 15:37 H.

     Al término de los primeros acordes un enorme estruendo sonó en el teatro, una cuerda del violín se había roto, el público quedo expectante, un halo de tensión y cierto dramatismo recorrió la sala, Itzhac no se podía levantar para cambiar de violín, lejos de demostrar ansiedad o nerviosismo el violinista cerró los ojos espero unos segundos y sonrió con un semblante que desbordaba confianza y seguridad. Un pequeño gesto sirvió para que la orquesta continuara por donde había parado y tocó con tanta serenidad y convicción que la música que consiguió extraerle al violín de 3 cuerdas resultaba más hermosa y pasional que cualquier otra pieza que hubiera tocado hasta ese momento. El repertorio de esa noche era especialmente complejo pero la merma que había sufrido el instrumento no hizo, en ningún momento, que aparecieran falta de velocidad o imperfección en la ejecución. Al terminar el concierto se hizo un estridente silencio seguido de una impresionante ovación, él, miró al público con una sonrisa, alzó el arco del violín, pidió silencio y dijo: “algunas veces la tarea del artista es descubrir cuanta música puede crear con las herramientas que le quedan”. Hoy en día parece que el suelo desaparece bajo nuestros pies, la crisis está apropiándose de una dimensión que nadie había conocido y encender la radio o el telediario es un acto que confirma la inmediatez del apocalipsis. El día a día es una lucha por evitar el pesimismo que te contagian y del que tú también eres partícipe. Estar quemado y angustiado parece una forma de ser que ha importado el españolito de a pie en su ADN, sin contar el cabreo simiesco que produce el saber que está crisis está tornándose en bíblica, entre otras razones, porque países como Alemania han diseñado una política económica europea a su medida que dista mucho de ser la dieta que necesitaban otros países como los “PIGS”. Pero lejos de pensar que todo se va al mismo carajo creo que vamos a salir y a salir reforzados. Igual que nuestro violinista hoy todo el mundo está obligado a hacer más con menos, solo tengo que mirar a mi entorno para ver como cada miembro de mi familia, amigos, compañeros, están dando lo mejor que tienen en condiciones nefastas y me atrevo a afirmar que es así allí donde se mire. Creo que el verdadero valor de los pueblos es el capital humano, contamos con las generaciones más preparadas de nuestra historia y no me cabe ninguna duda que este muelle encogido que es España está a punto de empezar a liberarse.

    Javier Morallón es profesor de Biología