Se terminó la pesadilla
Javier Anguita es, desde ayer, un hombre más libre. Este jiennense, que tuvo que ingresar en prisión por unos hechos que cometió hace casi siete años, ya disfruta de su libertad condicional. Su vida no está atada a una pulsera telemática, que lo obligaba a permanecer en su domicilio desde las once de la noche hasta la siete de la mañana, siempre pendiente del reloj.

Anguita bajó a la cárcel por última vez para entregar el aparato que ha tenido en el tobillo desde principios de mayo:“Es uno de los días más felices de mi vida”, explica con el orgullo de un hombre que sabe que ha dejado atrás un infierno. Todavía no puede salir de Jaén. Es la única restricción que la Justicia aún le mantiene. Será un hombre completamente libre el próximo 25 de agosto. Ese día habrá saldado definitivamente la deuda que contrajo con la sociedad el 27 de septiembre de 2007, cuando amenazó a la que entonces era su novia. Ese “error” lo llevó al banquillo de los acusados y a una condena de seis meses de prisión.
Su abogado consiguió suspender ese castigo. A cambio, tendría que someterse a un tratamiento de desintoxicación de las drogas durante dos años. Cuando llevaba quince meses de terapia, fue expulsado del centro de drogodependientes de Córdoba al que fue trasladado. Por eso, Proyecto Hombre informó a la juez que lo condenó de que había abandonado el tratamiento, por lo que la magistrada revocó la suspensión del castigo y dictó una orden de prisión. Casi seis años y medio después de unos hechos que tenía casi olvidados, Javier Anguita tuvo que entrar en la cárcel para cumplir una condena de seis meses.
Fue el pasado 24 de febrero. Un día trágico que puso al descubierto una laguna en el sistema, porque, para entonces, este jiennense era un hombre completamente nuevo, totalmente reinsertado.Había rehecho su vida, junto a su esposa Ana Lechuga, y era padre de dos mellizos, Triana y Javier. Pero la Justicia es ciega y sorda: No tuvo en cuenta la campaña de movilización social emprendida por sus familiares, que fueron capaces de reunir unas 2.500 firmas de apoyo. Javier pasó 53 días en la cárcel antes de que le concedieran el tercer grado penitenciario. La Junta de Tratamiento le concedió el régimen de semilibertad el 10 de abril. Cuatro días más tarde, este vecino de la capital pisó la calle por primera vez. Afuera le esperaba un trabajo en un taller del polígono de Los Olivares.
Durante un mes, este jiennense tuvo que acudir a la cárcel para dormir. A principios de mayo, le colocaron una pulsera telemática en el tobillo derecho, un dispositivo que permite localizar al que la lleva en todo momento. Ayer, Javier Anguita entregó el aparato en la cárcel. “Es el fin de mi pesadilla. Espero no volver más allí”, asegura sin ambages.
Tras concluir su jornada laboral, regresó a su hogar, junto a su mujer y a sus hijos: “Nos podremos ir juntos a celebrarlo”, afirma. Por delante, le queda apenas un mes y medio para ser un hombre completamente libre: “Queremos hacer un viaje. Salir de Jaén unos días, algo que no hemos podido hacer en los últimos años”, asegura Anguita.
Lo podrá hacer a partir del 25 de agosto, cuando la condena termine. Ese día esta familia jiennense dará el último paso en el duro camino hacia la normalidad. Será el fin de una pesadilla que empezó hace casi siete años.