Santisteban del Puerto.- Retazos de historia en una tapia

Fue morada para el hombre de las cavernas y para civilizaciones más avanzadas, como la romana o la ibera. Los yacimientos arqueológicos salpican las tierras de El Condado, pero su pasado también habla de saurios.  Ahora, retazos de su historia están ligados en una pared en Santisteban. 
Día tercero.

    31 ene 2011 / 12:28 H.

     El calendario que establece el desarrollo del décimo reto de Diario JAEN llega hasta El Condado, una comarca brava, por sus ganaderías de lidia, roja, por el óxido de hierro que tiñe su tierra y verde de olivar y dehesa. Ocho municipios integran esta zona jiennense que tiene una densidad de población de 23.904 habitantes y 1.488,11 kilómetros cuadrados de una tierra que colorea banderas municipales y escudos. Como en los destinos anteriores, el sitio elegido para que el “Velázquez del siglo XXI” vierta, en una alegoría mural, su idiosincrasia es el pueblo que ejerce de cabeza de partido de la zona: Santisteban del Puerto.
    Las tierras de esta comarca y sus cuevas fueron refugio para el hombre hace 3.000 años antes de Cristo y morada para civilizaciones como la romana o la ibera. Precisamente, de ella, sobrecoge el santuario de la Cueva de la Lobera, en Castellar. Pero su pretérito perfecto simple va más allá de la existencia del hombre y corriendo hacia atrás se remonta en el tiempo al Triásico. De esa época datan las 24 huellas del vertebrado, emparentado con los arcosaurios, que se encontraron en el término de Santisteban, cuando la zona era un “valle fluvial sujeto a inundaciones periódicas”.
    Más de 200 millones de años después, el reptil que ha hecho popular al municipio santistebeño y uno de sus principales reclamos turísticos es el motivo central que Belin ha elegido para representar la comarca, pero evitando caer en el tópico de simular su piel escamada. Prefiere la estructura ósea de su cráneo. “Después de ver ‘Jurassic Park’, es muy difícil recrear un dinosaurio y que la gente se lo crea”, se justifica el linarense. Y, sin mediar más palabras, saca los aerosoles con los que dibuja una síntesis visual de El Condado. Lo hace en un lugar estratégico, en el corazón del municipio, a un tiro de piedra del Ayuntamiento, y en el espacio cultural por antonomasia de Santisteban: en el patio de entrada a la Biblioteca Municipal B. Pérez de Moya, el Museo Arqueológico y la Casa de la Cultura. Es una pared blanqueada de cal de siete metros de alto, por lo que el reto es de altura y, además, contra el frío.
    Hoy, las ideas están más claras que de costumbre en la mente del grafitero, pero el frío extremo de la masa de aire seco y gélido que sacude el país desde hace dos días resulta tormentoso y hasta doloroso. Hiela articulaciones, pone al borde de la fractura los dedos helados de los pies y amorata los de las manos. Los sentidos se adormecen y ni siquiera el calor de los bolsillos sirve para mitigar el frío glacial. “Hoy, el reto es el del frío y eso me ralentizará”, lamenta el grafitero. “Pero eso también forma parte del reto, ¿no?”. Y, a dos grados y con la mano izquierda prácticamente paralizada y su precisión habitual mermada, el artista emprende el desafío de recrear el cráneo del vertebrado.
    Está enfrascado en él cuando cruza la verja del patio Cati Peñalver. Ataviada con un plumón que la cubre hasta las rodillas y con manoplas que dan envidia, sonríe al mural y al artista con la alegría de quien ve cumplido un sueño. La santistebeña sigue, desde hace años, a Miguel Ángel Belinchón. Es una amante de su trabajo artístico y, de hecho, en alguna ocasión, le había propuesto a los técnicos de Cultura e incluso al equipo de Gobierno local contratar a Belin. “¡Y ahora está aquí!”, dice llena de satisfacción. Firme creyente de la ley de las casualidades, tres días antes de la llegada del reto de Diario JAEN a Santisteban contactó, a través de Facebook, con el linarense y le dejó un comentario. “Le dije que ¡a ver si venía!”. No imaginaba que este le contestaría y, menos, que la respuesta sería que iba a estar en su pueblo dos días después. “Vi el correo a las siete de la mañana”, comenta. Impactada por la respuesta, se la trasladó a su hijo. Y este —cuenta—: “Me dijo, ‘quizás es una broma”. Pero yo le he contestado: “Hoy no es el día de los inocentes”. Y, ciertamente, no lo es aunque el arte que derrocha Belinchón parece de brujería.
    La expectación y la admiración que despierta entre los transeúntes y entre los curiosos que se detienen a mirar el mural son tales que algunos no dudan en buscar sus cámaras y volver para fotografiar los hermosos higos de una chumbera que dicen “cómeme” y que “dan ganas de coger”, como reconoce impresionada Marquina Calvo, teniente de alcalde del Ayuntamiento. También se acercan hasta la Casa de la Cultura el pintor e ilustrador Juan Miguel Bueno y su esposa, la historiadora María Dolores Rosado. Poco a poco, el mural va cobrando vida y se convierte en una continuación perfecta y natural del patio de entrada a la Casa de la Cultura. Cuando con un “verde feo”, Belin planta en la pared su firma, son las tres de la tarde. Ha trabajado durante cinco horas ininterrumpidas y lanza una pregunta retórica: “Ha quedado bien, ¿verdad?”. El policía municipal ya ha cerrado la verja de la entrada y, sin dejar de mirar su obra, el linarense apunta: “¡Ya faltan siete y todavía queda frío!”, añade, mitad preocupado, mitad divertido.