Santa Ana, un espacio de prosperidad

Santa Ana es la pedanía más importante de Alcalá la Real, que tiene nada más y nada menos que una veintena de aldeas.

04 may 2015 / 14:23 H.

Se encuentra a cuatro kilómetros de Alcalá y su origen está en la ermita que se erigió, en el siglo XV, en honor de Santa Ana, a la que se tenía tal devoción que fue la patrona de la ciudad de la Mota hasta que, en el siglo XVIII, compartió patronazgo con la Virgen de las Mercedes. No obstante, Santa Ana sigue siendo la protectora de la pedanía a la que le da nombre. Sus fiestas se celebran del 25 al 27 de julio. La devoción a Santa Ana, la abuela de la Virgen María según la tradición religiosa, se remonta a finales de la Edad Media, cuando toda esta zona aún conservaba su condición de frontera entre los reinos cristianos y el reino moro de Granada. La imagen de Santa Ana se cree que la trajo Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo y canciller de Alfonso XI, que  conquistó toda esta zona. Esa talla fue destruida en la Guerra Civil española.

Se podría asegurar que Santa Ana es un lugar próspero ya que, con apenas un millar de habitantes, posee dos polígonos industriales y una treintena de empresas en ellos.

Esta pedanía destaca por su gastronomía tradicional. Es típico el “pollo a la secretaria”, un  plato autóctono de Alcalá la Real que hoy forma parte del menú de muchos restaurantes de la zona. Esta exquisita receta, al igual que le ocurre a la famosa salsa de ostras china, es producto de un error. Un error humano que está divino. Su historia es, como poco, curiosa. A comienzos del siglo XX, un grupo de amigos alcalaínos se citó para hacer “un guiso”, que es como aquí se le llama a una “quedada” para una comilona, en este caso en el campo. El menú que habían dispuesto era un arroz con pollo, que sería caldoso porque por aquellos entonces ni en Alcalá la Real ni en Andalucía se estilaba la paella. Cuando comenzaron a guisarlo cayeron en la cuenta de que se les había olvidado el arroz, y como el hambre empezaba a hacer mella, a la mujer del secretario del Ayuntamiento se le ocurrió que se podía guisar el pollo sin él. El resultado fue una exquisitez y, con el paso de los años, este plato se ha mejorado hasta convertirse en “estrella” de los restaurantes alcalaínos. Esta, y otras recetas de la gastronomía tradicional, son un motivo suficiente para visitar Santa Ana. También lo es conocer su iglesia, que tiene una parte más antigua en el estilo que imperaba, el gótico, y otra posterior renacentista, construida por el arquitecto Ginés Martínez de Aranda.