13 oct 2014 / 10:51 H.
Estamos asistiendo, en muy poco tiempo, a hechos colectivamente muy dramáticos. Los españoles vivimos una crisis que sobrepasa los límites de lo previsto y que está haciendo aflorar la parte más terrible y también más tierna de todos nosotros. El número de personas que se ha suicidado por perder trabajo, casa y todo; las previsiones terribles para un invierno sin energía eléctrica para muchos, que provocará muchas más muertes; la difícil supervivencia de otros día a día que se debaten en la miseria por la consecución de ayudas, ya sea de organizaciones civiles como religiosas. Y la semana pasada se detecta el primer caso de ébola fuera de África, en España. Conocíamos desde agosto el problema, España ya repatrió a religiosos españoles afectados creando la polémica correspondiente, pues ser religioso no es motivo suficiente, esto es, ya que se puso en funcionamiento un complicado protocolo tendrían que haber repatriado a todos los españoles, sin tener en cuenta su trabajo o creencias. Entonces se pidió la dimisión de la ministra Mato, sin éxito. Cuando de nuevo surge la amenaza, en forma de epidemia de grandes proporciones, otra vez ministra Mato no ofrece ni explicaciones reales de la situación ni soluciones. El único hospital de España que tenía medios para hacer frente a una enfermedad, el Carlos III de Madrid, había sido desmantelado por los recortes. Una enfermera que atendió al religioso, portadora del virus, y su marido, son puestos en cuarentena, aunque sin contacto alguno entre ellos. Mientras que nos preocupamos por la salud de los ingresados salta el ruego del marido de la enfermera, que ha dejado al perro de ambos en su piso con agua y comida suficientes, para que no lo maten. En efecto, la Comunidad de Madrid, sin consultar estudios al respecto, sin hacer ninguna prueba al animal, había decidido sacrificarlo. El bloque en donde vive el matrimonio, sus familiares, amigos, seguían libres, como posibles focos de contagio. Pero había que matar al perro. La reacción de muchos ciudadanos fue inmediata, crear la plataforma #SalvemosExcalibur, pero fue sacrificado en un ataque de ineptitud gubernamental.