Rumbo a Francia

Más de 1.000 kilómetros, los que separan Jaén y el sur de Francia, son los que recorrerán miles de jiennenses en los próximos días. Viajarán más de diez horas en autobús, principalmente, para alcanzar los vastos campos del país galo, donde les esperan las campañas de la vendimia y la manzana.

01 sep 2015 / 09:39 H.

Si todo va bien, cuando llegue octubre volverán de vuelta con unos ingresos en torno a los 3.000 euros con los que “ir tirando” en su tierra, la provincia que tiene una tasa del 35% de paro, la segunda más alta de España. “Aquí no hay trabajo, no hay más remedio que irse”, coinciden algunos de los temporeros que, en apenas unos días, emprenden este viaje. Lo harán con un contrato bajo el brazo y unas condiciones laborales bastante aceptables.

“Ya han salido algunos pero, en esta semana, se desplazará el mayor grueso”, explica Antonio Marcos, secretario general de la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios de UGT en Jaén. Lo harán para un campaña, la de la uva, de 20 o 25 días, muy parecida a la de 2014; la de manzana, probablemente, se prolongue casi hasta dos meses. Desde Jaén, cifra el sindicato, viajarán de 3.300 a 3.500 temporeros. “Si no es la provincia de Andalucía que más aporta es la segunda, seguro”, reconoce. Pero esta cifra no ha sido siempre la misma en los últimos tiempos. “Años antes de que comenzara la crisis hubo una bajada, pero, con el aumento del paro, se inició un repunte que llega hasta esta campaña”, explica. De hecho, a mitad de la década pasada, calculan que acudían a Francia en torno a 2.500 o 2.800 jornaleros de la provincia. Entre los perfiles de estos trabajadores, detalla, hay mucha tradición familiar, padres e hijos que históricamente completan su años con varias campañas como el espárrago, la fresa y la uva, y jóvenes universitarios que buscan ingresos para el curso antes de que este comience en octubre.

“De la provincia, los municipios de los que más trabajadores salen son Valdepeñas de Jaén, Huesa, Alcalá la Real, Bailén, Castillo de Locubín y Jódar”, enumera. Muncipios que a lo largo del próximo mes notan muchísimo este éxodo. “Si en Valdepeñas somos unos 5.000 en cuanto llega septiembre se queda en 1.500 personas, niños y personas mayores”, dice Francisco Jiménez Reyes, trabajador de Valdepeñas que acude a Francia para recoger manzana desde hace más de dos décadas. Y como punto de encuentro, Bailén, por donde pasan los autobuses que llegan desde Cádiz, Sevilla, Córdoba y también Granada. Una estampa que se repite cada año. “Lo hace una empresa que lleva muchísimos años y va cerrando autobuses y rutas en cada municipio”, destaca Antonio Marcos.
Un viaje en el que, a la vuelta, dentro de un mes, cada trabajador traerá en su bolsillo en torno a 3.000 euros. “Es uno de los atractivos que presentan estas campañas si se comparan con otras de aquí, como la vendimia en La Mancha. Ganan en torno a un 30 y 40 por ciento más en el mismo tiempo”, aclara. “Además, reciben ayudas familiares si tienen hijos a su cargo”, añade. Cuando regresan, además, pueden solicitar en la Subdelegación del Gobierno que se les convaliden las horas cotizadas para tramitar el subsidio agrario. Y todo suma para que, al jubilarse, tengan una pensión adicional de Francia. Ventajas que suman en la balanza a la hora de tomar la difícil decisión de dejar su tierra y sus familias por unos meses. Frente a ellas, en el otro lado, todos coinciden, está la dureza del trabajo en el campo, en intensas jornadas para conseguir reducir el tiempo de la campaña y volver lo antes posible a casa.

“Las condiciones laborales están muy bien detalladas y se cumplen y los alojamientos siempre tienen unos requisitos mínimos de habitabilidad”, reconoce. De hecho, hay visitas de miembros del sindicato desde España a los lugares de destino, para comprobar su correcto funcionamiento, y de organizaciones locales. Si se plantea la comparación con los temporeros que llegan a Jaén en campaña de aceituna, dice, la diferencia está en que allí el sector empresarial ha comprendido en la necesidad de “invertir en sus trabajadores y su bienestar”, tal y como responde.

El precio por hora lo regulan los convenios de cada zona pero, señala Marcos, están en torno a los 9,5 euros. “Son contratos de 35 horas semanales y el resto, extraordinarias”, añade. Después, llegan a acuerdos para establecer si se incrementan los horarios y acortar la duración de la campaña. Otra de las fórmulas es el destajo, cobran según la cantidad que recojan. Muchos temporeros la prefieren porque los ingresos son superiores. “Puedes llegar hasta los 6.000 en un mes”, destaca Francisco Jiménez Reyes. “Es más duro pero ya que te haces 1.500 kilómetros y estás fuera, hay que ganar lo máximo posible”, reconoce.

Lo que es esencial, sea la campaña de uva, la de manzana o cualquier otro frutal, por horas o destajo, es que los contratos vayan firmados desde antes de salir de casa. “Recomendamos que la gente no se vaya a la aventura, porque quizá no encuentren el trabajo y hasta pierdan dinero”, advierte el experto. Además, extiende la indicación: “Existen transportes piratas en los que organizan el viaje y prometen contrataciones, pero no son seguros”. “Hay que irse con el contrato en la mano para que no haya fraudes”, añade. Esta organización, la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios de UGT tiene a disposición un teléfono dedicado en exclusiva a ayudar y resolver dudas a los temporeros. Línea con la que constatan un repunte en el interés de los andaluces por encontrar trabajo en las campañas francesas.

“Si aquí no hay trabajo, tenemos que irnos” 

Este valdepeñero, al igual que cientos de sus vecinos, prepara ya las maletas. Este sábado se marcha a Francia con un grupo de gente de Valdepeñas y Castillo de Locubín. Es la quinta vez que hará la campaña de la manzana; antes había sido panadero. Allí le esperan casi dos meses de duro trabajo, como los que ya ha echado este año en la recogida la fresa, en la primavera. Su contrato, al contrario que el de otros temporeros, es por horas. Ocho al día y pagadas en torno a los 9,60 euros. No está nada mal, si se une a un alojamiento en buenas condiciones, reconoce. “Está más cotizado que la uva, pero también es cierto que es algo más duro por el peso que transportas”, explica. Pero lamenta que, para ganarse la vida, tenga que irse de España: “Si hubiera más empleo no haría falta”.

Además, la campaña de aceituna, que sería un buen complemento para el resto del año, lleva dos años muy malos. “Y esta, si no llueve, lleva el mismo camino”, augura. Pero si esto ocurre, dice, que donde haya trabajo es donde hay que ir. No hay más remedio. 

Tiene dos hijos, que se quedan en Valdepeñas con su mujer. “El mayor tiene 17 años y la idea era que viniera, pero no ha podido ser porque no le hacen contrato hasta que sea mayor de edad”, explica. “Antes, solo era necesario un permiso de los padres”, cuenta.