ROSALÍA RUIZ SMITH: 'Me formé para lo que siempre me gustó: la cocina'

Juana Pastor
Sus ascendientes llegaron a finales del siglo XVIII como colonos a las Navas de Tolosa, donde se instalaron. Así se formó la familia de la que procede Rosalía Ruiz Smith. El trabajo responsable ha sido la constante en ella desde muy temprana edad. Está felizmente casada con Francisco y se siente orgullosa de los tres hijos que tienen: Loli, Raquel y Daniel. Rosalía Ruiz es cocinera en la residencia universitaria Virgen de la Capilla.

    06 oct 2010 / 15:02 H.


    —¿A qué edad comenzó su vida laboral?
    —Con sólo 14 años entré a formar parte de la plantilla de la ya desaparecida empresa “Galletas Siro”, de La Carolina, en la que permanecí dos años con distintas funciones.
    —Finalizada esta etapa, ¿cuándo vino a vivir a Jaén?
    —Dos años más tarde. Con sólo 16 nos trasladamos a Jaén, pues mi padre trabajaba en otra empresa de la capital, “Bebidas refrescantes Jiennenses”, más conocida como “Fábrica de gaseosas la Revoltosa”. En esta también fui contratada y fueron 32 años los que pertenecí a esta empresa.
    —Cuál fue su responsabilidad de trabajo en “La Revoltosa”?
    —Bueno, hice un poco de todo. Había que estar dispuesta para suplir las tareas en las que se nos requería: “envasadora”, “etiquetadora”, “química”, “reparto de propaganda” y viajando por distintos pueblos de la provincia a modo de relaciones públicas. Siempre estuve dispuesta a prestar mis servicios allí donde se me necesitaba con total entrega. Fueron, como ya he comentado anteriormente, muchos años de mi vida los dedicados a esta empresa. Viví con tristeza su cierre.
    —Después de esta etapa laboral, ¿qué perspectivas de futuro veía?
    —Nunca tuve tiempo de aburrirme, pues el trabajo fuera de casa lo alterné siempre con mis labores de hogar, atendiendo a mi marido e hijos. Siempre encontré la colaboración de ellos en todo para mantener una buena armonía en lo que para mí era lo más importante: mi familia. No obstante, enseguida quise prepararme para otras salidas profesionales y orienté mi formación a lo que siempre me ha gustado: la cocina. Para ello, me inscribí en los cursos de formación que la Junta de Andalucía había programado en los Jardines de Jabalcuz, impartidos por el “Completo la Toja”, así como en el de manipulador de alimentos, entre otros. Así, completé mi aprendizaje en todo lo relacionado con la cocina.
    —¿Cuándo comenzó a trabajar de cocinera?
    —Después de formarme, me dediqué a presentar mi “currículum” en las distintas empresas de Jaén y, desde hace tres años, formo parte de la plantilla en una de las empresas de “Hijos de Juan Delgado”, la Residencia Universitaria Femenina Virgen de la Capilla. Entré como ayudante de cocina y, con la jubilación de la entonces cocinera, Lola Díaz, me hice cargo de esta responsabilidad.
    —¿Sus comienzos como cocinera le resultaron difíciles?
    —La verdad es que el trabajo se me facilitó desde el primer momento. Desde el principio conté con la inestimable ayuda y colaboración de mis compañeras de trabajo: Loli, Luisa, Isabel...
    —¿Es difícil cocinar para tanta gente?
    —No es lo mismo que elaborar un menú para la familia, aunque todo es cuestión de práctica. La fuerza de la costumbre nos facilita la labor, si bien es cierto que en ningún momento puedo bajar la guardia. Siempre existe la preocupación de que todo esté a punto y resulte del agrado de las niñas, y si consigo de vez en cuando sorprenderlas con algo distinto que no esperan, mejor para todos. Lo agradecen y para mí es motivo de gran satisfacción.
    —¿Cuesta programar una comida que resulte del agrado de todas?
    —Esto creo que es imposible puesto que en nuestras casas lo comprobamos con nuestros hijos. Pero sí intentamos atender, en la medida que nos es posible, a todas siempre desde la responsabilidad de servirles una alimentación equilibrada a fin de que queden cubiertas todas las necesidades alimenticias.
    —¿Se programa día a día?
    —No, en una cocina de estas características no cabe la improvisación. Elaboro junto con la directora, María del Carmen Rubio, lo que va a ser el menú por semanas a fin de no repetir y procurar, como anteriormente he dicho, mantener el equilibrio en todo lo que consumen. Tienen una edad en la que hay que estar muy pendientes para que no les falten los elementos esenciales de una buena alimentación.
    —Luego, ¿no es catering?
    —¡No, ni mucho menos! El menú que servimos a diario es totalmente casero. Aquí preparamos día a día todo lo que va a consumirse: cocido, paella, croquetas, empanadas, flamenquines, pasta, natillas, tartas… Aunque siempre contamos con una pequeña reserva de alimentos no perecederos por si en algún momento surge un imprevisto.
    —¿Respetan el menú las residentes?
    —Mi experiencia a día de hoy es positiva, y colaboran bastante conmigo en hacerme la tarea de cocinar más fácil, aunque también somos flexibles. A veces, nos marcan ellas un poco la pauta en determinados días para que les guise aquello que más les apetece. Lo importante para mí es que queden contentas y se sientan como en su propia casa.
    —¿Guarda relación la alimentación con la estación del año?
    —Indudablemente, en las estaciones frías, como en cualquier casa, las residentes aceptan de buen grado mucho mejor los platos calientes, lo que vulgarmente solemos llamar “cuchara”. Pero a medida que el tiempo cambia, vamos adecuando el menú y aprovechando los alimentos de temporada: “En invierno calditos, y en veranos fresquitos gazpachos”.
    —¿Su labor se reduce a la cocina?
    —No es sólo cocinar. A medida que transcurren los días, voy conociendo más y mejor a “mis niñas” y, en muchos momentos, hay que intuir su estado de ánimo y atenderlas “a modo de madre”, de la manera más cariñosa posible, cuando creo que más me necesitan.
    —¿Encuentra alguna dificultad en su trabajo?
    —Cualquier trabajo conlleva dificultades, aunque tanto la directora como todas las compañeras me facilitan mi tarea. Trabajamos sabiendo que para los propietarios lo verdaderamente importante es ofrecer “calidad” y “buen servicio” al cliente, por lo que ponemos todo nuestro interés en que nuestra labor vaya en esa línea. Cumplimos con todos los requisitos que se nos exige para el buen funcionamiento de la empresa.
    —¿Con qué momentos se queda?
    —Serían muchos a destacar. La expresión de las caras de las niñas ante cualquier sorpresa que les preparo y no esperan, las celebraciones de cumpleaños, del día de los enamorados, la cena de Navidad, la fiesta de fin de curso, la fiesta de la patrona, y, en definitiva, al ser una gran familia cualquier acontecimiento que se pueda celebrar.