ROSA MARY LÓPEZ RUIZ: 'El deporte es una necesidad para mí, como una medicina'

María del Mar Vázquez Jiménez
Ella es, ante todo, una mujer muy vitalista. Transmite entusiasmo y alegría. Rosa Mary López es una persona que sorprende, y desde luego, a nadie deja indiferente. Muy amiga de sus amigos y, sobre todo, una mujer entrañable. Su gran pasión, el deporte.

    02 may 2010 / 09:36 H.

    —¿Cuando decide hacer ejercicio? 
    —Desde pequeña, todo lo que fuera mover el cuerpo me encantaba, ya fuera nadar, montar en bicicleta o jugar al tenis; no tenía técnica, pero devolvía bolas, siempre que podía, al igual que en el frontón. Siempre me gustó también ir a baile y gimnasia. El yoga menos, por eso de que es “quieto”. Mi hermano Paco siempre quiso que yo corriese con él, sin embargo, no me atraía, veía árido correr. Un día, hace quince o dieciséis años, una amiga, Ángeles, me dijo, en una clase de aerobic, que era increíble, con todo lo que yo hacía, que no corriera. Durante todo el verano me estuvo insistiendo, hasta que una tarde me dijo: “Voy a correr, ¿por qué no te vienes conmigo?”. Y ya, por no oírla, me fui con ella a correr.  Pensé que me cansaría pronto, pero mi sorpresa fue que empecé a correr y a hablar  a la vez y ella me preguntaba: “¿No te cansas?”, y yo le respondía que no. Cada vez que me insistía, igual. Estuvimos corriendo durante media hora, sin cansarme. Me tomó las pulsaciones y, teniendo ella mucha menos edad que yo, las mías eran más bajas. Me halagó tanto, que estuve unos cuantos días sin correr y ya fui yo la que le dije: “Anda, vamos si quieres”. Y hasta ahora.
    —¿Qué obtiene del ejercicio? 
    —Dejar los malos pensamientos fuera, como la agresividad, y sentirme muy bien, como flotando, como si me drogase, creo, porque nunca me drogué. El día que no hago ejercicio soy como un león enjaulado. Es algo increíble y esto lo digo sinceramente, me falta la vida y no soy capaz de soportar nada. Los días que corro puedo con todo. Cuando voy corriendo y veo personas mayores, muchas veces les digo cuatro cosas, las jaleo, y veo que las “entono”; a mí eso me vuelve loca. Para mí es vital, la gente que me voy encontrando, sencilla, que tiene a Dios en los ojos y me dicen: “Niña, ojalá pudiera yo correr como tú”. Eso es una preciosidad.
    —¿Es como una medicina?
    —Sí, totalmente. Cuando salgo de viaje y es por pocos días, por lo que no me llevo las zapatillas, me falta la vida y tengo que bailar durante una hora o dos para echar fuera todo. Para mí es una necesidad, como una medicina, y eso que yo no tomo.
    —¿Hace una dieta especial?
    —Tomo un zumo natural por la mañana que lleva naranja, pomelo, limón, zanahoria, manzana y también tomo muchísimas verduras. No me gusta la carne, pero de lo demás, como de todo. De dulces, me atiborro y sólo bebo alcohol cuando salgo a la calle; en casa, nunca. Sólo zumos y agua y, si hay alguna celebración, alguna copita de cava, pero nada más. Mi alimentación es completamente normal, rica en frutas y verduras, pero si hay que tomar dulces, se toman, y los frutos secos me encantan. Los potajes también me chiflan. Recuerdo en Asturias que me dijeron en un restaurante: “Lleva usted tres platos de fabada”. Jamás en mi vida he estado preocupada por lo que he comido o si me ha podido engordar, nunca. Hago ejercicio porque me gusta y lo necesito, pero nunca he estado obsesionada con el peso. Solamente cuando tuve a mis hijas, como les di el pecho durante un año, procuré llevar una alimentación más completa, pero más por ellas que por mí. Como no me gustaba la carne, comía otras proteínas.
    —¿Ha influido en usted alguien para hacer deporte? 
    —No lo sé. Me encantaba la figura del deportista, me gustaba su libertad. Siempre la he asociado al deporte. Decisivo en mi vida, para todo, ha sido mi padre. Él hacía  deporte cuando podía y, sobre todo, estaba al aire libre siempre que tenía tiempo. Lo recuerdo en el mar, dando caminatas con él; son vivencias inolvidables. Si ha habido una persona fundamental, un referente en el deporte para mí, es mi hermano Paco. Me transmitía su entusiasmo y su tremenda dedicación. Con él, fui a Nueva York  y viví la maratón. Fue algo maravilloso, difícil de describir. Sin embargo, con él, nunca he corrido.
    —¿Alguien de su familia la sigue? 
    —Sí, mis hijas, sobre todo, Aurora. Pero ellas son de temporadas, o sea, a las dos les gusta, pero cuando ellas quieren. Las dos tienen un aguante y una resistencia muy superior a la mía; lo hacen cuando ellas quieren, no son tan metódicas y tan rutinarias como yo. Quizás es la edad; yo, con la de ellas, no lo era como ahora.
    —¿Ha participado en competiciones?
    —Competir no me gusta, porque las veces que lo he hecho, por ejemplo en San Antón, —este año llegué la primera en mi categoría y además me dieron un premio—, no es lo que me llena. Nunca me han gustado las competiciones.
    —¿Se hacen amigos en el deporte?
    —Sí, muy buenos amigos, de los de verdad. También hay gente que no lo entiende, quizás porque no tienen  fuerza de voluntad para hacerlo o porque les resulta cansino que te vean siempre haciendo lo mismo, no lo sé. Hay personas que no lo entienden; afortunadamente, otras que son mayoría, sí. Hay veces que, con un calor de muerte, te llega alguien, que puede ser tu hija, como Noemí, y me dice: “Rosa Mary, vamos a correr”. Yo siempre he corrido, unas veces me ha apetecido y otras no, pero ha sido como un reto para mí misma. Noemí fue una de las niñas con la que primero corrí. Es mucho más pequeña que mis hijas y pasé unos ratos maravillosos. Otro gran amigo, Rafa Esteban, del Club de Campo, ha sido decisivo para mí a la hora de muscular, hacer pesas y máquinas. Además de ayudarme y enseñarme siempre ha estado como amigo. A mí me ha gustado siempre, haga lo que haga en mi vida, empezando por esta entrevista, estar con personas con las que yo piso firme; si no, no estoy. Aunque no lo parezca, a veces puedo ser insegura y muy tímida. Entonces, lo suplo con otras cosas que no siempre se entienden. Tengo que decir  que, tanto en el deporte como fuera de él,  doy gracias a Dios porque soy muy rica en amigos. Es de lo más gratificante que hay.
    —¿Qué se necesita para hacer ejercicio?
    —Sobre todo, ganas y entusiasmo. Un ejemplo es Andrés Barquero, que en su vida había corrido. Empezó hace poco tiempo a correr conmigo y lo hace francamente bien. Para mí es una maravillosa compañía corriendo. No me gusta correr sola porque me gusta hablar mientras corro.
    —¿Y qué otra cosa le gusta hacer? 
    —Antes que nada, está mi familia, mis hijas y mi marido. Para mí, verlos bien, reírme con ellos y pasar la vida juntos es fundamental. Mis padres ya no están, pero me acuerdo de ellos continuamente.
    —¿Se considera una persona feliz?
    —Alguien contestó una vez a esa pregunta: “Espero no caer tan bajo”. Sí, tengo que darle gracias a Dios todos los días.