“Romería” de remolques y tractores por la Purísima

No es Santa Ana, sino el puente de la Purísima. Sin embargo, Torredelcampo mostraba imagen de romería. Decenas de coches, tractores y remolques formaban una larga fila que, desde la puerta de la Cooperativa San Isidro, se veía interminable. “De aquí no nos vamos hasta que no se acabe la cola. Nos da igual que sean las diez, las once o las doce de la noche”, decía Cristóbal Parra, trabajador de esta almazara. Mientras, algunos aceituneros conversaban con el pie en tierra y el freno de mano echado. Otros, en cambio, esperaban pacientes dentro de los vehículos con la radio encendida. “Llevo casi una hora. Y eso que me lo esperaba y me vine a las cuatro de la tarde”, decía Francisco Moral cuando casi veía las tolvas en las que descargar la cosecha que llevaba en el remolque. “Yo me voy a ir pronto, pero a los que apuran hasta última hora en el campo les van a dar las diez de la noche”, continuaba. Tres policías locales se afanaban para que la “romería” de tractores no colapsara el tráfico. Los vehículos esperaban en un itinerario marcado que vela para que no se bloquee cruce ni rotonda alguna. “Yo he tenido que aprovechar hoy que han venido mis hijos para ayudarme”, comentaba otro. “Ellos son grandes, pero aquí se dice que, por la Purísima, hasta los niños cogen aceituna”, afirmaba. A las cinco de la tarde, con luz aún para apurar la jornada aceitunera, ya se veía casi un centenar de vehículos en cola en el polígono de Torredelcampo para descargar en cualquiera de las dos aceiteras. Aquí, en el puente, los atascos y las retenciones están en las puertas de las aceiteras.

08 dic 2015 / 10:15 H.

Sin embargo, lo de Torredelcampo solo es un ejemplo, ya que esto ha ocurrido en muchos pueblos jiennenses durante estas fiestas y seguro que volverá a suceder hoy. Mientras que los días laborales están marcados por grandes tractores y remolques, en los fines de semana y en las fiestas —como este puente— proliferan los todoterrenos y los pequeños remolques que se enganchan a los propios turismos.

Están cargados de aceituna, que son el fruto del trabajo de familias enteras. Los padres ven cómo sus hijos vienen de la universidad o no tienen que ir al instituto. Asimismo, los hermanos o los cuñados se juntan para coger unos cuantos olivos que son de los padres o de los abuelos, que les sirven para tener unos ingresos que complementan su trabajo habitual. También hay agricultores que encuentran refuerzos dentro de su familia y otros que siguen con su cuadrilla profesional porque disponen de grandes extensiones. No obstante, cuando se suman cada una de las circunstancias especiales que envuelven cada casa y cada olivar, el resultado es que aquí, por la Purísima, casi nadie descansa. Si se libra en el trabajo, hay que ir al campo. Y si se viene a ver a la familia, pues también. Casi todo Jaén coge aceituna.

Tomás Ramírez Cueva trabajaba con un tajo en unos olivares en Puente Tablas —junto a la residencia Santa Teresa—: “No ha helado, por lo que la aceituna está muy dura. Cuesta mucho echarla abajo”. Los tractores tiraban de los mantillos —a modo de grúa— para echar el fruto en el remolque: “Ya estamos recogiendo. El problema lo tenemos ahora cuando lleguemos a la fábrica. Nosotros trabajamos todos los días, pero hoy, como es festivo, hay muchísima gente que ha salido a recolectar. Nos toca esperar. Tendremos que tirar de paciencia”. Hoy será otro gran día aceitunero. Desde primera hora de la mañana, el mar de olivos se llenará de jornaleros. La campaña se generaliza y los esfuerzos se multiplican en los días festivos. Mientras que casi toda España descansa, aquí se trabaja muy duro.