Rodrigo de la Calle: 'Cuando me concedieron la estrella Michelín me caí al suelo'
Fernando Cano /Mogón
Es chef de cocina y propietario del restaurante 'Rodrigo de la Calle' de Aranjuez. Su cocina creativa y original ha encontrado el reconocimiento de la Guía Michelín 2012, que la ha distinguido con una 'estrella'.

Es chef de cocina y propietario del restaurante 'Rodrigo de la Calle' de Aranjuez. Su cocina creativa y original ha encontrado el reconocimiento de la Guía Michelín 2012, que la ha distinguido con una 'estrella'.
—¿Qué platos ha presentado en el Congreso Gastronómico Madrid-Fusión?
—El martes pronuncié una ponencia sobre un plato que he denominado Salmón sostenible, y hoy (por ayer) di otra sobre un dulce fusión que lo he denominado Postre con tubérculos. Mientras yo explicaba en qué consistían, mis ayudantes de cocina han ido elaborando los platos.
—¿Qué le supone que su local tenga una estrella Michelín?
—Cuando me lo comunicaron por teléfono las piernas se me ablandaron y me caí al suelo. No lo esperaba. Es un importante reconocimiento a una labor continua por mejorar y el premio a los duros años de trabajo. En mi local se notaba bastante la crisis y los clientes eran especialmente de fin de semana, pero gracias a esta estrella Michelín, hemos podido aumentar la plantilla de trabajadores y yo puedo dedicarme a mi sueño, la cocina.
—Usted se marchó muy joven de Mogón, con 14 años, desde entonces ha vivido fuera. ¿De dónde se siente?
—En mi DNI pone que nací en Madrid, pero eso es una cosa accidental ya que podía haber nacido en cualquier otro lugar; pero yo, realmente, me siento mogonero, ya que en Mogón pasé los días más felices de mi vida y mi padre es de ahí.
—Se dice que la niñez siempre marca a las personas.
—Estuve desde los tres años hasta los catorce viviendo en Mogón y, para mí, esos fueron los días más felices de mi vida, que jamás olvidaré, ya que todo son gratos recuerdos. Pasar la niñez en Mogón me dejó una profunda huella en el corazón. Aún conservo grandes amigos.
—¿Cree que aquel contacto con la naturaleza, al pie de la Sierra de Las Villas, le determinó de alguna forma para dedicarse más tarde a la cocina?
—El gusanillo de la botánica lo llevo dentro. Quien más me influyó fue mi padre, que es agricultor y, además, muy cocinillas, y siempre estaba liado con la cocina y le gustaba tener muchos tarros con especies aromáticas. También me influyó el hecho de vivir en el campo y tener un contacto directo con la huerta, pues, justo detrás de la casa, yo tuve mi trocito de tierra para cultivar mi propio huerto, pero las ganas de jugar eran mayores. Recuerdo que Pedro, el casero, me decía “Rodrigo no vas bien con el huerto, no lo riegas y se secará”. No hizo falta regarlo, porque mi padre optó por ararlo directamente.
—En 2007 abrió su propio restaurante en Aranjuez. ¿Por qué le puso su nombre?
—Había pasado por diversas escuelas y restaurantes, y quien más me marco fue Martín Berasategui. Ví que la mejor promoción que podía hacerle era ponerme mi propio nombre.