ROCÍO MARTÍNEZ MARTÍNEZ.- "Mi objetivo es montar mi propia escuela de flamenco"
Juana Pastor Rama
Rocío nació en Jaén y permanece en la capital junto con sus padres, Julián y María Dolores, y su hermano Daniel. Su infancia fue feliz. Estudió en el Colegio Alfredo Cazabán y en el Instituto Santa Catalina de Alejandría. Desde el principio, contó con el apoyo de sus padres para conseguir su sueño, estudiar danza de manera profesional. Le recomendaron cursar otra carrera y se matriculó en Turismo. Rezuma el arte de la danza por todos sus poros. Sus gestos, su mirada y sus movimientos indican que estamos ante una buena bailaora.

Rocío nació en Jaén y permanece en la capital junto con sus padres, Julián y María Dolores, y su hermano Daniel. Su infancia fue feliz. Estudió en el Colegio Alfredo Cazabán y en el Instituto Santa Catalina de Alejandría. Desde el principio, contó con el apoyo de sus padres para conseguir su sueño, estudiar danza de manera profesional. Le recomendaron cursar otra carrera y se matriculó en Turismo. Rezuma el arte de la danza por todos sus poros. Sus gestos, su mirada y sus movimientos indican que estamos ante una buena bailaora.
—¿Cuándo sintió la vocación por el flamenco?
—El flamenco me ha acompañado siempre. En mi casa se escuchaba y yo, desde pequeña, me movía al compás de los diferentes palos y mis padres pensaron que debía matricularme en baile. Comencé, con 4 años, aprendiendo sevillanas. Después, vinieron las castañuelas, el folclore, etcétera. Me fui formando en danza española. El flamenco siempre se ha encuadrado ahí, aunque, desde hace varios años, se ha consagrado como especialidad aparte. En varios conservatorios andaluces ya se puede elegir el flamenco como opción en el Grado Medio. Siempre fue lo que más me interesó, por lo que, en el Grado Superior, opté por Coreografía e Interpretación de la Danza en Flamenco.
—¿Encuentra en Jaén vocación para el arte de la danza?
—En Jaén siempre ha habido escuelas donde aprender a bailar. Siempre ha habido afición a la danza. Hoy en día, la verdad es que cuesta bastante hacerse con un buen grupo, sobre todo, si ofreces baile flamenco. Desde mi punto de vista, el problema es que, por regla general, se piensa que es una especialidad muy complicada como para dedicarse a ella. Y es cierto que la danza profesional requiere mucha disciplina y constancia. Los resultados del trabajo duro son muy gratificantes, pero puedes encontrarte con muchas decepciones en el camino. No es una opción fácil de elegir. Pero la danza puede practicarse como afición y adaptarse a los objetivos que se marque el maestro con el grupo.
—¿A qué edad es aconsejable iniciarse?
—Lo más aconsejable es comenzar de pequeña. Con cuatro años se puede empezar a trabajar la coordinación, el equilibrio, el ritmo, la flexibilidad, la extensión, etcétera. A partir de los 8, los niños ya tienen una musculatura más desarrollada y los aspectos antes nombrados afianzados para comenzar a estudiar la técnica flamenca. No quiere decir que una persona que comience sus estudios más tarde no pueda ser una figura destacada, ya que, como en toda disciplina, hay superdotados con cualidades innatas que aceleran el proceso de aprendizaje.
—¿Qué cualidades son necesarias?
—Podemos diferenciar entre cualidades físicas, como el ritmo y el oído, imprescindibles en el baile para bailar a compás, y, también, un buen trabajo muscular que te dé la capacidad de realizar elementos técnicos cada vez más complicados, como giros, piruetas y zapateado. Por otro lado, están las cualidades internas, es decir, el sentimiento de la persona que baila. Un bailaor ha de emocionarse con lo que hace, cuando escucha la guitarra y el cantaor siente cada acorde y cada palabra. Los hace suyos para convertirlos en movimiento. Si esto no es así, es imposible que llegue al público. Para emocionar, hay que emocionarse primero.
— ¿Se nace con “duende” o se pueden conseguir objetivos con tesón y trabajo?
—Con “duende” se nace, pero sí que es cierto que “el trabajo dignifica”. Lo digo entrecomillado porque esta frase me la dijo un gran maestro, José Huertas, en una clase en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga. El trabajo te da una colocación postural y un dominio técnico, una calidad que irá creciendo con el paso de los años. Por lo que si tienes esta formación, siempre vas a conseguir un resultado digno. La perfección se logra cuando se unen estas dos características, “duende” y técnica; entonces eres capaz de todo y más. Basta con ver cualquier trabajo de la bailaora malagueña Rocío Molina. Esta “monstrua” del flamenco ha logrado esto y mucho más, rejuveneciendo el flamenco a través de sus propuestas vanguardistas y, siempre, desde el máximo respeto a lo puro.
—Tiene la titulación de Turismo, pero se decantó por el baile . ¿Le compensa más y por qué?
—Hice Turismo solo por el hecho de “tener algo más”, la frase típica que se dice a las personas que deciden dedicar su vida al arte. Yo he tenido siempre muy claro que quería dedicarme a bailar, cierto es que es un objetivo que se ha ido modificando. En un principio, soñaba con una carrera como bailaora. Para esto hay que empezar a muy temprana edad a “coger tablas” y moverte en ambientes que propicien tu maduración artística. Yo comencé mis estudios profesionales algo mayor y, al empezar a impartir clases a niños, fue cambiando mi visión. Empezó a interesarme más de lo que hubiera pensado nunca la enseñanza y opté por esa vía. He bailado en numerosos teatros durante mi etapa de estudiante y sigo haciéndolo cuando tengo ocasión. Los últimos trabajos que he realizado han sido en fiestas privadas. Próximamente, tengo un trabajo muy interesante con la Universidad de Córdoba. Se trata de dar una charla acerca de los cantes de ida y vuelta y, después, interpretar, a modo de ejemplo, una guajira, que es uno de los palos de este grupo que más me gustan.
—¿En qué centros imparte sus clases?
—Imparto iniciación al baile flamenco en el colegio Santa María de los Apóstoles y en el colegio San Isidoro de Torredelcampo. Por otro lado, imparto flamenco para adultos y dos cursos de sevillanas en la Asociación de Vecinos de la Merced. Quiero aprovechar para agradecer al colectivo que me haya cedido este espacio para impartir mis clases, gracias a ellos he conseguido formar tres grupos. Me están dando la oportunidad de darme a conocer poco a poco y, para mí, es un gran paso. También he ofertado Danza Española, Danza Clásica y Pilates. Toda la información acerca de mis clases la voy actualizando en mi blog, www.rociomartinez-flamenco.blogspot.com. Para el próximo curso quiero abrir mi propia escuela, en la que, además, me gustaría impartir Danzaterapia. También quiero ofrecer clases de preparación de pruebas de acceso a Conservatorios de Grado Medio. No solo de Danza, sino también de Música.
—¿Qué disciplina les marca a sus alumnos?
—La disciplina se marca en función de los objetivos que tienes para el grupo. En adultos y personas mayores, mis objetivos principales serían ofrecer un trabajo muscular moderado, pero constante, superior en el grupo de adultos. Un trabajo profundo en articulaciones, potenciando el movimiento para mejorar la agilidad y un estudio del zapateado. Me interesa mucho que disfruten del tiempo que pasan bailando, que sean capaces de abstraerse de todo para que, cuando termine la clase, se sientan felices. Que sea algo que les emocione más que una clase de mantenimiento. Con los más pequeños, empiezo trabajando el ritmo, la coordinación, la flexibilidad, la extensión muscular, el equilibrio y la colocación postural. También intento potenciar mucho la interpretación de sentimientos a través de los gestos y del movimiento. Con el resto de grupos soy muy exigente con el trabajo técnico, ya que es esencial para la buena ejecución de los pasos. Me gusta trabajar a fondo la capacidad artística. Es sumamente importante. Ayuda a soltarse y a encontrar el estilo.
—¿Por qué eligió Jaén para desarrollar su profesión?
—Es un reto. No es fácil salir adelante con el flamenco en Jaén. De las cuatro disciplinas —cante, toque, baile y percusión—, el baile, quizás, sea el que menos aficionados tiene. Me dije que tenía que intentar cambiar esto y traer el baile flamenco a mi tierra, ofreciéndolo de tal forma que resultase atractivo. Quiero que se aprenda a querer el flamenco como arte nuestro que es y que la gente se sienta orgullosa de algo que atraviesa fronteras desde hace décadas y que aquí aún no hemos aprendido a valorar como se merece. El baile flamenco puede hacerse lo complejo que uno quiera, se puede bailar sencillo y bonito, aprendiendo a comprender los compases y los palos. Es un arte riquísimo.
—¿Se imagina en una actuación en un gran teatro como protagonista de bailaora?
—¡Me imagino eso muy a menudo! Es algo con lo que sueña cualquier bailaora, pero que solo está al alcance de unas pocas. Estoy satisfecha de cómo estoy luchando para vivir del flamenco y de la danza en general. Tengo muchos sueños por cumplir. Soy ambiciosa en mi trabajo y voy a intentar mejorar cada día, pero no para ser la bailaora principal de una obra, sino para crear mi propia obra, mi propia escuela, mi propia compañía.
— ¿Qué obra montaría para esa representación?
—Tengo un trabajo en el tintero, una obra que ya llevé a cabo hace unos años como practicum de mi carrera y que se representó en Málaga. Es un proyecto del que prefiero no hablar. Si llega el momento, lo publicaré a los cuatro vientos, pero por ahora prefiero dejarlo donde está, guardado en mi cabeza.
—¿Qué objetivos se marca después de tantos años de preparación y estudio y ahora como profesora?
—Como ya he comentado, me gustaría poder tener mi propia escuela y crear una compañía.