Rocío Gomez: "No me imagino mi vida sin el voleibol"
Jugadora del Haro Rioja Voley y de la selección absoluta, la iliturgitana Rocío Gómez está considerada como una de las mejores deportistas jiennenses de la historia.

— ¿Cómo fueron sus comienzos en el voleibol?
— La culpa la tuvieron dos personas, mi hermano, que me llevaba al pabellón a ver partidos, y luego Paco Carmona, que era profesor de Educación Física en el colegio y todos los días me insistía para que fuese a jugar. Una vez allí, tanto él como Pepe Menor hicieron que amara profundamente a este deporte.
— ¿Quiénes eran sus ídolos cuando empezó a jugar?
— Tenía varios, pero el jugador que más me llamaba la atención era Rafa Pascual. También me gustaban Marta Gens o Silvia Fernández de Velasco, con la que coincidí en el Club Voleibol Sanse, cuando ella encaraba la recta final de su carrera. Fue todo un sueño poder compartir vestuario y experiencias con ella.
— Es de imaginar que entre jugar en Andújar y dar el salto a una categoría superior existe un escalón. ¿De qué manera se sintió ese cambio hacia la élite?
— El primer año estaba en una nube, porque saludar en los partidos a las jugadoras que antes veía por la tele era todo un sueño, pero, poco a poco, eres consciente de que formas parte de ello y que ya no es una afición, sino un profesión. El primer año te cuesta, pero, desde el principio, supe que era a lo que me quería dedicar.
— Ha pasado por muchos equipos, pero ¿cómo ha sido su experiencia en la selección?
— Mi primera convocatoria fue muy especial. Yo estaba pasando una mala temporada, pero ese año conseguimos la Copa Princesa y todo el mundo destacó mi gran trabajo para ganarla. No me podía creer que, con solo dos años de experiencia profesional, fuera a vestir la camiseta del equipo nacional. Toda mi gente se alegró y se sintió muy orgullosa de mí porque había cumplido un sueño.
— ¿Cómo lleva los entrenamientos, los partidos y los viajes por todo el mundo?
— Odio hacer maletas. Unas de las cosas de competir en Bélgica era que, después de cada, partido duermes en tu cama, ya que los viajes más largos eran de dos horas. Lo que peor llevo son los desplazamientos de diez horas, con transbordos en varios aeropuertos y sin poder descansar bien. Muchas veces hemos viajado así con la selección para minimizar los costes. Es duro.
—¿Qué le dice a los más pequeños en sus charlas?
— Aquí, solo pude dar una, en el instituto Jándula. Me resultó muy gratificante ver cómo unos cuarenta niños y niñas de unos 15 años se interesaban por lo que hacía, le daban valor a mis logros y les veías en la cara cómo ellos también tenían esas ganas de luchar, ya sea en lo deportivo o en cualquier otro tipo de trabajo. Es una suerte saber que los jóvenes que vienen detrás tienen ese grandísimo interés por crecer como personas y creo que con mi charla se dieron cuenta que si luchas de verdad se puede conseguir lo que quieras.
— ¿Qué opina sobre el papel de la mujer en el deporte?
— La mujer demuestra cada día que puede estar al mismo nivel e, incluso, por encima de los hombres. Este año en las charlas me di cuenta que existen muchos deportes femeninos en Andújar, pero hay que romper barreras. Por ejemplo, el entrenador del equipo de fútbol sala femenino reconoce que, cuando se acerca a una empresa a pedir dinero para competir, le cierran las puertas, algo muy triste porque quizá esas chicas pueden llegar tan lejos como los chicos, pero sin medios es muy difícil. Pese a ello estamos demostrando que con menos recursos también se puede llegar muy lejos.
— Es curioso que nunca haya jugado en un club jiennense ni andaluz que no sea el de Andújar. ¿Le gustaría poder jugar en su tierra?
— Es el deseo de todo deportista. Me encantaría jugar en algún club jienense pero si es andaluz lo haría igual de contenta. Lamentablemente estamos muy lejos de que eso se produzca.
— ¿Cómo ve la trayectoria de Raúl Muñoz?
— Somos amigos desde siempre. Recuerdo cuando él se entrenaba con nosotras y, después, nos íbamos a casa juntos. Para mí es como un hermano pequeño. Me alegro muchísimo de todo lo que le pasa, ya que se lo merece porque sé todo lo que ha trabajado para llegar arriba y tengo claro que no tiene límites. Además de ser un grandísimo jugador, es una sensacional persona.
— ¿Qué objetivos y proyectos tiene una vez que llegue el momento de la retirada?
— Creo que no podré dejar el voleibol. Es muy fuerte la unión que tengo con este deporte. Me gustaría entrenar o jugar, aunque sea a un nivel menos profesional, para divertirme y saciarme las ganas de jugar. También quisiera dedicarme al mundo del marketing.