Reyes Magos privatizados
Hablar de Melchor, Gaspar y Baltasar es hablar de ilusiones, de la magia que se oculta tras la inocencia de la mirada de nuestros niños, de cartas llenas de sueños que parecen inalcanzables para aquellos que pueden contar los años vividos con los dedos de una mano. Hablar de los Reyes Magos es también hablar de las ilusiones de quienes dejaron muy lejos su infancia y que vuelven por unos días a experimentar episodios de su niñez a través de las nuevas experiencias de sus hijos, sus nietos o sus sobrinos.
Cada año, en todas la ciudades españolas, tres de sus vecinos tienen la fortuna se encarnar a Sus Majestades por unas horas. En los últimos años, en la ciudad de Jaén, la elección de los Magos de Oriente se democratizó y se estableció el sorteo como el mejor método para dar vida a los entrañables personajes. La respuesta fue significativa, ya que cerca de un millar de jiennenses, sin distinción de sexo, profesión, cargo o bolsillo, tenían las mismas posibilidades para acceder a tan ilusionante tarea.
Con la austeridad y los recortes –bienvenidos siempre que permitan sanear las maltrechas arcas municipales- la concejal Cristina Nestares explicó ayer a un grupo de periodistas que este año no habría sorteo y que el puesto de los mágicos personajes se ofrecería a las empresas patrocinadoras de la cabalgata para que algunos de sus representantes encarnara a Sus Majestades. Total, que en esto de la ilusión se nos cuela el parné y hace añicos la aplaudida propuesta del sorteo que tan felices hizo a doce jiennenses anónimos en los últimos cuatro años. Y que conste que me parece bien que se busque empresas patrocinadoras para pagar la cabalgata, pero eso no implica cargarse de un plumazo la ilusión de quienes, como los niños, también sueñan con colocar sobre sus cabezas las coronas de Melchor y Gaspar, o el turbante del querido Baltasar, y repartir alegrías en la esperada noche del 5 de enero. Mis posibilidades de tener esa mágica sangre azul, como en el caso de la mayoría de los jiennenses, se esfuman. Tendré que conformarme con calzarme la corona de cartón que cada año me colocan en la confitería coronando el roscón de Reyes.