Réquiem por un cinéfilo

Frozen River.-  Es insultante, indignante y deplorable y, desde aquí, todos los calificativos con rima asonante que se puedan imaginar. El 1 de octubre, los amantes del séptimo arte de la capital y del área metropolitana sólo tendrán las salas del centro comercial La Loma para intentar saciar su sed de cine.

    16 sep 2009 / 18:21 H.

    El Alkázar y el Cervantes echan el telón. ¿La razón? No hay espectadores. Pero, ¿por qué? No será por la promoción de un cine alternativo, porque es mentira. En los últimos tres años, las únicas películas que merecerían el adjetivo de “independientes” son El destino de Nunik (2007), de los hermanos Taviani, y la reciente ¿Hacemos una porno?, de Kevin Smith. La cartelera ha estado inundada de bazofias comerciales, empalagosas y chabacanas. Pero cierran porque “no hay espectadores”. De ser cierto, ¿cómo se explica el lleno absoluto de los ciclos de Cine Español Inédito? ¿Es una cuestión de dinero, de bajar el coste de la entrada? ¿De mejorar la oferta cinematográfica? ¿De españolizar la cartelera? ¿O de divulgar los parabienes de este arte, que es un vicio?
    El cierre simultáneo de las dos únicas salas de cine que hay en el centro de Jaén amenaza el derecho ciudadano a acceder a la cultura y es una puerta abierta al pirateo que tanto miedo le da a la SGAE, a las descargas en internet y al visionado on line de todos los estrenos que se salgan del circuito de La Loma. Un ejemplo es esta Reserva de Cine y Frozen River. Una joya tallada por una mujer y protagonizada por mujeres que no llegó a estrenarse en la provincia, pero que debe estar en el listado de cintas que hay que ver. Todo en ella, la ambientación, la fotografía, el rictus serio y el ceño fruncido de sus personajes, habla de tragedias, pero también de realidades, como el tráfico de personas en EE UU y, en general, en el mundo. Es una historia con todas las letras. De esas que, por desgracia, apenas recalan en los cines de la provincia. 
    Por Nuria López Priego