Reflexión post elecciones
El pasado 22 de mayo los ciudadanos que lo consideraron, desde el ejercicio de su pleno derecho, acudieron a las urnas. Qué incoherente sorpresa mostró esa noble jornada. En los últimos 4 años los ciudadanos han manifestado su descontento, indignación y, hasta asqueamiento de la clase política.
Cualquiera lo ha vivido en su entorno familiar, laboral, vecinal, de amistad, etcétera, el 99% de estas relaciones lo ha dicho, hasta ha confesado que estaba “harto de la corrupción y del sinvergüencerío político, que habría que echarlos a gorrazos a unos y a otros”. Lejos de la realidad, llegado el momento de actuar consecuente (desde el voto) la sociedad se comporta sin sentido: mostrando sus falsos valores, con cinismo e hipocresía, como si de políticos se tratara. Su farsa en valores aflora y vence sobre la fuerza de la razón fraguada durante los últimos 4 años desde las circunstancias y las depravaciones e insidiosas prerrogativas de sus señorías. El engaño y la mentira ciudadana vencen, la traición derrota a la dignidad humana. Qué esperar de la persona que se traiciona así misma. (Qué no hará al vecino, al compañero, al hermano). Vendido e infiel acude a las urnas e irresponsablemente deposita su sacro voto que sustenta el partidismo de actuaciones que no comparte y que es fuertemente criticado y rechazado. Qué está pasando. La sociedad vive sumida en una profunda y peligrosa crisis de valores. Urge una reflexión post elecciones donde las personas se encuentren así mismas, se redescubran y, destierren su irrefutable deseo de auto traición y mutilación a la democracia.
Comerciante
José María Hermoso