Reconoce que condujo ebrio y que causó un accidente mortal

Pido perdón. Siento lo que pasó y me hago cargo del dolor de la familia”. Esas fueron las primeras palabras que pronunció Antonio L. S. nada más sentarse en el banquillo del Penal número 2. Este almeriense está acusado de conducir de forma temeraria y bajo los efectos del alcohol, lo que hizo que causara un trágico accidente de tráfico en el que perdió la vida Felipe A. P., un vecino de Linares de 51 años, que aquella tarde se puso en la carretera para volver a su casa tras una jornada de trabajo.

02 dic 2015 / 09:20 H.

Cuando circulaba por el kilómetro 12 de la A-44, a la altura del cruce de Jabalquinto, un Audi A-4 golpeó lateralmente el Seat Ibiza que conducía. El impacto hizo que el coche diera varias vueltas de campana en la autovía. Felipe A. P. llegó vivo al Hospital de San Agustín y murió horas después en el quirófano. La Guardia civil observó que Antonio L. S. presentaba “signos evidentes” de estar bajo los efectos del alcohol: “Sí, había bebido”, reconoció ayer el acusado, para el que la Fiscalía y la familia del fallecido piden la máxima pena: cuatro años de cárcel.
El procesado admitió su responsabilidad en los hechos, pero no está dispuesto a ingresar en prisión. “Yo estaba enfermo. Era un adicto al alcohol y ya había estado en tratamiento otras veces. Tenía una depresión enorme tras un divorcio traumático y recaí. Ese día iba desde Almería hasta un centro de rehabilitación de Córdoba para quedarme ingresado. Durante la comida, bebí”, relató a su señoría Carmen Carpio. De hecho, presentaba una tasa de 0,87 miligramos de alcohol en sangre, lo que supone casi cuatro veces más de lo permitido. Mientras trataba de justificar lo ocurrido, los familiares del fallecido comenzaron a llorar en la sala de vistas.
La Fiscalía describe que, además de conducir ebrio, Antonio L. S. circulaba a una “velocidad excesiva inapropiada” y realizando “continuas y rápidas rectificaciones de su maniobra”. Una testigo dijo que el coche del acusado adelantó al suyo “a más de 200 kilómetros por hora”. “Yo iría, como mucho a 130”, negó el procesado para, a continuación, remitirse a lo expuesto en el atestado confeccionado por la Agrupación de Tráfico del Instituto Armado. Uno de los guardias civiles que participó en la intervención fue muy contundente al respecto: “Tenía que circular muy rápido, porque arrastró el coche de la víctima a unos 200 o 300 metros desde donde estaba situado el punto de colisión”, explicó el agente.
También fue muy clara una de las testigos del accidente: “Primero, oímos un gran ruido, como un avión. Después, nos pasó a toda velocidad. Inmediatamente, todos los que íbamos en el coche dijimos o se mata o mata a alguien. Apenas 30 segundos después, se produjo el accidente”, explicó. Y añadió: “Conducía como si fuera un fórmula uno. Es la conducción más peligrosa que yo he visto en mi vida”.
Finalmente, la Fiscalía y la acusación particular mantuvieron los cargos contra Felipe A. P., al que acusan de delitos de homicidio por imprudencia, conducción temeraria y bajo los efectos del alcohol. Piden 4 años de cárcel, la máxima condena. La defensa del procesado reclama que se le apliquen las atenuantes de reparación del daño, ya que pagó de su bolsillo una pequeña parte de la indemnización, y de adicción al alcoholismo. Por ello, solicitó un castigo de un año y medio de cárcel: “He rehecho mi vida, he vuelto al trabajo y tengo nueva pareja”, dijo el acusado para pedir a su señoría no entrar en prisión. “Él se ha rehabilitado, pero nadie nos devuelve a nuestro padre”, respondió Manuela, una de las cuatro hijos del fallecido, después de que el juicio quedara visto para sentencia.