Real Jaén.-Protesta de rodillas, dos palos y ausencia de juego 0-0

JOSÉ EUGENIO LARA / JAÉN
El Real Jaén dejó pasar una buena oportunidad de regalarse una dosis apreciable de tranquilidad y autoestima, en un partido donde no rubricó con triunfo ese buen matrimonio que formó con la afición. Hubo protesta de rodillas, dos remates a los palos y escaso fútbol. La Victoria empieza a olvidar lo principal.

El Real Jaén dejó pasar una buena oportunidad de regalarse una dosis apreciable de tranquilidad y autoestima, en un partido donde no rubricó con triunfo ese buen matrimonio que formó con la afición. Hubo protesta de rodillas, dos remates a los palos y escaso fútbol. La Victoria empieza a olvidar lo principal.
El único ausente en el recinto no fue Carlos Sánchez. También se ausentó el fútbol... Y las ocasiones y las sensaciones de gol, valores que forman la esencia del juego y dan fuste y brillo a un encuentro. No fue un partido cristalino, como requería y exigía la ocasión. Para el Real Jaén la mejor reivindicación hubiera sido la victoria, que hubiera reforzado todos los actos de protestas y que, seguramente, hubiera unido más a los profesionales con los aficionados. La grada estuvo particularmente cariñosa y cálida con los futbolistas. Lo perdonó todo. No hubo un solo reproche, aunque el partido, arisco y áspero, aburrió a más de uno. Pero no era día de exigencias ni de críticas. Era una jornada para repartir solidaridad a unos profesionales que viven en una encrucijada terrible. El juego quedó siempre en un segundo plano, no tuvo relevancia y tampoco fue influyente. Sólo dos jugadas alteraron el ritmo cansino y parsimonioso del fútbol. Y fueron en dos acciones aisladas. Una falta directa de Zurdo fue rematada por Fabios al palo, en el primer tiempo, y un disparo poderoso de Iván acabó en el travesaño, en el segundo. No hubo más.
El Lucena tuvo pequeñas oportunidades que malgastó por su falta de pegada y definición. Es un conjunto bien estructurado y con una buena dinámica táctica, pero alejado del gol. Justo una fotocopia del Real Jaén. El equipo de Campos no tiene ataque. Ausente Toledo, Fernando no sostiene al equipo. Y Pedro, debutante ayer, ofrece movilidad, pero no remate, aunque lo probó alguna vez sin apenas fortuna. Para suerte de los de Campos, la defensa ha crecido en seguridad. Los tres centrales y Zurdo han construido el cuarteto idóneo. Al menos, Adrián no retira el balón de sus redes con tanta frecuencia. Es el primer paso para el crecimiento, pero el segundo, el gol, se resiste. En este mar de confusión que fue el partido, dos jugadores abrieron su propio surco para dejarse notar. Uno fue Espín, impresionante en sus acciones, y el otro Sergio Ortiz, desaparecido en su etapa en el Real Jaén y un valor en alza en el Lucena. Sergio se reivindicó en su vuelta, tuvo recorrido en el campo, manejo del juego y una actividad incesante. Probablemente fue el mejor. Quien también volvió y dejó buenos mensajes, pese a que sólo jugó diecisiete minutos, fue el canterano Iván, más eléctrico que muchos compañeros. Sólo le faltó el gol, que lo tuvo cerca, para agrandar su figura. Expiró el encuentro con pequeñas sensaciones y con más aplausos que silencio. No fue un buen resultado el empate, como tampoco lo es la situación deportiva, con la amenaza seria del descenso. Pero por encima de todo ayer prevaleció el “Carlos Sánchez vete ya”.