Reajustes a la moral

Puede parecer que uno disfruta yendo a la contra de cualquier movimiento del Ejecutivo y sus cortes, pero a mí me gustaría no tener que estar bregando con esta monserga intolerablemente aburrida. Pero digo: si ellos gobiernan a golpe de maza, más dura debe ser la respuesta del yunque. El resultado del 20-N ha servido para dar fuerza y determinación a un Gobierno a la hora de ajustar el garrote en torno al cuello de quienes le dieron su confianza.

    11 ene 2012 / 17:14 H.

     Rajoy lo avisó: “España necesita un Gobierno fuerte”. Sabíamos que iban a hacer lo que tenían que hacer: especie de designio sacrificial al dictado de una voz propia, extensión de la de su amo (Margallo, Morenés, de Guindos), de ahí que les resbalen las soluciones aportadas por los expertos para salvar la crisis sin pulverizar los derechos sociales. Lo cierto es que la crisis les ha venido que ni pintada para cebar su negocio. No es la sociedad la que ha perdido los valores, son ellos los que han invertido la moral y pervertido todo valor de esa vida recta por ellos profesada. Hasta quizá ofrezcan la corrupción como modelo que oriente sin escrúpulos nuestras vidas. Como toda dictadura, identifican poder con verdad. Nos martillean sin descanso hasta formar un hematoma verdadero: “no hay otra alternativa”. Parece que intentaran una filosofía práctica que ajusta la razón a su propia justicia, esforzándose en clarificar el punto de vista moral “desde el que juzgamos las normas y acciones cuando se trata de establecer lo que es proporcionado en interés de uno y lo que es proporcionadamente bueno para todos” (Habermas dixit). Todo demuestra lo contrario a corto, medio y largo plazo: que los recortes sociales (lo que es malo para la mayoría) se realizan para beneficiar a las minorías infectadas de dinero, no exigir impuestos a la banca, ni facilitar las inspecciones a las grandes fortunas, ni recaudar de las transacciones financieras, ni intervenir (sino agilizar y legalizar) los desvíos de fondos a paraísos fiscales. No quieren perder la confianza de quienes los engordan con cargos y prebendas, a costa de desarrollar una miseria, imposible de reciclar, a la que han llevado a este mundo, divulgando, incluso, criterios humanitarios con los que nos machacan a todas horas para hacernos responsables del hambre y la enfermedad que ellos propagan. 2,73 billones de euros han sido ya inyectados por el BCE a la banca. El bloqueo de casi medio billón de euros en la última semana habla por sí solo. ¿Debe el Gobierno exigirle que reparta crédito a las familias y empresas? Iría en contra de su propia moral.

    Guillermo Fernández Rojano es escritor