“Quiero dejar huella en el flamenco”

Voz, temperamento, respeto, ilusión, confianza, formación y humildad. No le falta ni uno de estos ingredientes y, además, les suma una dulzura y una simpatía que la hacen una artista a la que le queda mucho por decir.

21 ago 2015 / 08:53 H.

Es Mariángeles Martínez, cantaora de Villanueva de la Reina y una de las figuras más prometedoras del flamenco en Jaén. Artista habitual en los circuitos de las peñas, en este año, dos importantes proyectos avalan su trayectoria: su salto internacional y su acceso a los estudios superiores de Flamenco.
Si echa la vista atrás, dice, fue con 7 u 8 años, por una equivocación, cuando comenzó a cantar. Dichoso el error por el que se llevó un disco de flamenco de casa de su abuela. Empezó a escucharlo, una y otra vez, y a aprendérselo. Ahí fueron sus padres, una familia con mucha afición, recuerda, los que descubrieron que cantaba, y valía.
Y casi sin darse cuenta ya estaba de escenario en escenario. “Cada vez me gustaba más, y cada vez que me metía más en el mundo del flamenco”, cuenta, esa “chispa y el gusanillo” que ya nunca se fueron. Y, al tiempo, se rodeó de buenos maestros para formarse. “Comencé con David Pino, profesor de Córdoba, y después ingresé, a los catorce, en Sevilla, en la escuela de Fernando Rodríguez, maestro con varias Lámparas mineras”, destaca. “El año pasado estuve becada en la fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, con cantaores como José de la Tomasa, Julián Estrada y La Divi, gente espectacular”, cuenta. Y en cuanto más avanza, más ambición tiene por aprender: “Cada vez quiero más”. Y a partir del próximo mes, le espera un buen reto. Tras un mes de preparación, muy intenso, pasó las pruebas de acceso al Conservatorio Superior de Córdoba, donde, dice, veía muy complicado entrar. “Había gente que llegaba desde grados medios y con hasta seis años de experiencia”, relata. Y cuando vio su nota, la sorpresa y la alegría se dieron la mano. Ahora le quedan seis años de camino por delante, los que pretende compatibilizar con sus estudios de Historia del Arte, que también empieza ahora tras cursar dos de Derecho.
En abril, también tuvo una oportunidad extraordinaria para sumar experiencia. Fue invitada a San Francisco para actuar. Estuvo apenas cuatro día, recuerda, pero la define como una de las mejores experiencias de su vida. “Valoran el flamenco muchísimo”, reconoce. Y, en apenas unos meses, en noviembre, volverá a cruzar el Atlántico para varias actuaciones en Estados Unidos. Siempre con Jaén por bandera, asevera. “Me siento muy orgullosa de ser de aquí y, además, la Federación de Peñas de Jaén siempre me ha apoyado muchísimo”, asegura.
Cuando se le pregunta por qué destaca su voz y su interpretación, dice, humildemente, que no ha de ser ella la que resalte sus cualidades, pero que siempre le ponen sobre la mesa “su garra”: “Lo siento mucho. El flamenco lo llevo dentro y no puedo evitar expresarlo con temperamento”.
Tiene muchos sueños en su vida y en el del flamenco, confiesa, le gustaría llegar lejos, pero sobre todo, “aportar algo, dejar su huella en la música”.