Quién frena la igualdad

Pedro Ángel Latorre Román desde Úbeda. Me asaltan ciertas dudas e inquietudes sobre qué es la igualdad y quién la dificultad, obstruye y deteriora en relación con los derechos de las mujeres. En el imaginario colectivo se ha generado la sensación que la mujer en España está dramáticamente discriminada, todos asumimos de manera disciplinada esa creación institucional y política y nos posicionamos incondicionalmente a favor de la igualdad de mujeres y hombres.

    24 abr 2013 / 17:36 H.

    Masivamente la sociedad se opone a la discriminación de la mujer, entonces quién discrimina a la mujer, qué personas, instituciones, políticos, empresarios, etcétera. La realidad objetiva es que nadie indica referentes jurídicos, leyes, decretos, reales decretos en los que se discrimine a la mujer. No se identifica a empresarios que paguen menos a una mujer por el mismo trabajo. Si la realidad de la discriminación es tan extrema habría que expulsar de sus cargos a políticos, sindicatos, fiscales, inspectores y demás referentes institucionales que hacen dejación de sus funciones y permiten esta ignominia. La realidad es que de manera sistemática, las encuestas del CIS señalan que los problemas de discriminación de la mujer afecta y preocupa al 0.0 de los españoles. Sin embargo, determinados sectores feministas insistentemente señalan desigualdades entre sexos basándose en el simplista, confuso y perverso razonamiento de que la causa de la discriminación y opresión actual de la mujer obedece a esa entelequia del patriarcado, en el cual militamos ineludiblemente cualquier varón heterosexual y que nos convierte en cómplices de latrocinios pretéritos realizados contra las mujeres. Ese estigma genético que se nos asigna a los varones, por el hecho de serlo, de pertenencia a la secta patriarcal y que nos identifica con las acciones más crueles contra las mujeres por el hecho de serlo (nuestras parejas, hijas, madres, es decir, nuestros seres más queridos) es una especie de darwinismo social que determina a ciertos grupos humanos. En este planteamiento se han basado ideologías tan perversas como el nazismo. Los hombres, en un sentimiento de culpa infinito y de inferioridad y por qué no decirlo de miedo escénico, asumimos ese estigma y soportamos sin la mínima expresión de rechazo, la lapidación pública y que la ley del péndulo inercie la legislación al otro extremo de la discriminación, en este caso contra los varones, así podemos identificar objetivamente en España tres referentes legislativos absolutamente asimétricos e injustos contra el hombre como la Ley del Divorcio, La Ley de Igualdad y la Ley de Violencia de Género. Creo sinceramente que la realidad no es tan dramática y obscena al menos en España, así lo percibo y corroboro mediante la intersubjetividad perceptiva del entorno humano donde me desenvuelvo y creo que esta letanía obedece a otros intereses espurios como el mantenimiento de institutos, asociaciones, másteres, conferenciantes y sobre todo, al miserable negocio electoral que trata a la mujer como mercancía. Culpar a la derecha de esta situación es una retórica de la seudoizquierda que se contradice, ya que entonces basándonos en la teoría del patriarcado, habría que indultar a las mujeres de derechas y en consecuencia se tendría que inculpar a los hombres igualmente de la izquierda. En fin, la teoría del absurdo.